martes, 13 de noviembre de 2007

Tecnoecología y antitecnoecología

TECNOECOLOGÍA Y ANTITECNOECOLOGÍA

Un ensayo acerca del estado de la ecología en la
actualidad, así como los aspectos tecnológicos y
sociales que la empeoran y los que la benefician
por Adán Salgado Andrade
(publicado en los documentos de trabajo de la División de Ciencias sociales de la FES Aragón en el mes de marzo de 2003 )

Dedico este ensayo a mi madre,
que ya no tiene que respirar
el aire envenenado, ni beber
el agua contaminada

Me parece importante seguir los avances que se están dando en cuanto a la cuestión de la tecnología que auxilia en la labor ecológica, especialmente de los grupos interesados ( Ver: La conciencia está resurgiendo.doc)en proteger el equilibrio natural con la llamada civilización. Así mismo, también señalaré aquellos aspectos de la antitecnoecología – como la defino – que lo único que provoca es aumentar la destrucción natural, además de desarrollar productos destinados a modificar las estructuras genéticas naturales, sin tener la más mínima idea de lo que ello puede ocasionar en el ser humano y en la propia naturaleza. En la actualidad, el sistema económico no debe buscar solamente cómo aumentar la ganancia o la producción – como, por desgracia, hace el capitalismo –, sino proteger a la naturaleza en todos sus ambientes, ya sean éstos terrestres, marítimos, aéreos, subterrestres...no se debe decir “salvemos al mundo”, sino “salvémonos, salvando al mundo”, pues de él dependemos, somos parte integral.

En la siguiente sección, se habla de tecnologías que ayudarán a mantener más limpio el ambiente, pues en el pasado, tecnología era sinónimo de polución. En la actualidad se emplean desde sistemas satelitales hasta bioingeniería.

MÁQUINAS VERDES

Agricultura por satélite. En el Valle Imperial de California, en medio de un campo de alfalfa, J: D: Rhoades inventó un aparato que es una mezcla de un vehículo lunar y una trilladora. El aparato está diseñado para medir la salinidad del suelo e incluso posee sistema global de posicionamiento satelital. Se le conoce como vehículo de medición de la salinidad movible (MSAV, por sus siglas en inglés) y permite a los granjeros conocer con más precisión el estado de sus tierras, cómo sembrar mejor y esparcir los pesticidas más convenientemente. Sería una manera de hacer una agricultura de precisión, en la cual, los granjeros conocerían las condiciones de los sembradíos para que sólo emplearan las cantidades adecuadas de químicos, tales como fertilizantes, herbicidas, plaguicidas, etc. La salinidad es uno de los más serios peligros a la agricultura actual y es acarreada junto con otros minerales en el agua pura. Si el proceso de salinización no se revisa, dichos químicos ascienden a la superficie, interfiriendo con el flujo de nutrientes vitales y matando a las siembras. De acuerdo con la FAO, la salinidad ya ha dañado 30 millones de hectáreas de las 240 millones existentes en el mundo de tierras de riego. En China, por ejemplo, ha disminuido los rendimientos en casi la cuarta parte de las tierras arables. Esto hace que los agricultores se enfrenten con un dilema: “El mundo depende de la agricultura de riego, pero hay un efecto colateral. Una seria degradación de nuestra tierra, la cual ya se encuentra degradada entre un cuarto y un tercio de su área debido a la salinidad”, declara Rhoades.
El aparato funciona detectando las concentraciones salinas hasta una profundidad de 1.8 m. Lo hace a través de electromagnetos bajo su cuerpo que crean un campo magnético en la tierra debajo del vehículo. Cualesquiera sales u otros químicos conducen esta electricidad y la corriente resultante es medida en sensores a bordo. La cantidad de electricidad generada indica el grado de salinidad en ese lugar. Cuando se combina con los satélites de posicionamiento global (GPS) les permite a los agricultores analizar la salinidad con un grado de exactitud de hasta 20 cm. Así, se pueden modificar los sistemas de riego o de siembra para evitar hacer surcos que canalizen el agua en donde no se deba. En Inglaterra, el Instituto Silsoe inventó un aparato que puede rociar químicos sólo en las cantidades necesarias mediante el uso de una cámara de video que monitorea hierbas parásitas en donde existan y sólo ahí usa el herbicida, de tal forma que pueden ahorrarse hasta un 90% de químicos.

Gasolina Biológica. En Alemania se está elaborando gasolina a partir de la colza, una leguminosa variedad del nabo usada comúnmente como forraje o para extraer aceite lubricante. Produce, al ser quemada por los autos, un olor parecido al de las papas fritas. Se le conoce como “biodiesel”. Esta gasolina posee las mismas propiedades combustibles de la común, pero produce sólo una fracción de las emisiones dañinas que contribuyen al calentamiento global. En un estudio efectuado por la Sociedad de la Tecnología en Desarrollo de la ciudad de Jülich halló que el diesel convencional emite cuatro veces más dióxido de carbono y otros gases dañinos en relación con el biodiesel.
Los alemanes están aceptando muy bien el nuevo combustible y existen 800 estaciones que expendieron 100,000 toneladas de él el año pasado. Los fabricantes de autos también están adaptando sus motores al combustible: VW, Audi, Skoda, Seat, Mercedes, BMW. Todos los taxis funcionarán con el biodiesel. Incluso el edificio del ayuntamiento de Berlín se calentará con él.
Aparte de las anteriores ventajas, el biodiesel es renovable, ya que se extrae de la semilla de colza mediante destilación, de lo que queda un aceite que se mezcla con metanol. Sin embargo, el combustible es costoso, aunque no directamente en su precio de venta, sino porque los cultivadores de colza reciben un subsidio gubernamental, que se traduce en alrededor de un dólar por cada litro de biodiesel. Para que fuera competitivo, el petróleo tendría que costar $1.33 dólares por galón. Actualmente, sólo 0.3% es empleado en Alemania; sin embargo se cree que para el año 2005 el consumo pudiera elevarse al 5%, lo cual reduciría en 4% las emisiones de gases contaminantes.
En Francia, el ingeniero Guy Negre inventó un motor que además de funcionar exclusivamente con aire, mejora la calidad del que la rodea. El mecanismo funciona mediante aire comprimido que es calentado en una cámara de combustión y al expelerse, produce movimiento. Funciona por medio de tanques de aire comprimido de 200 o 300 litros y lo emplean los taxis. Se le conoce como motor de “cero emisiones”. El motor está diseñado específicamente para el tráfico pesado de la ciudad; los vehículos que lo emplean, se recargan de aire por un minuto en estaciones especiales y, además, al frenar, succionan aire del exterior, que también usan, pero que al emitirlo es más limpio que antes. Le llevó a Negre cinco años diseñarlo y actualmente está en proceso experimental en Brignoles. Sin embargo, los fabricantes de autos se muestran renuentes a fabricarlo, porque les es más barato y redituable seguir fabricando autos de combustión interna, ligados, desde luego a los intereses petroleros que no consentirían que sus ganancias se vinieran abajo al emplear un carro que funcionara con aire. Sin embargo, México apoya la idea e hizo un pedido de 40,000 taxis “cero emisiones”, los cuales estarán rodando en dos años. Negre piensa que gradualmente, su motor puede sustituir al resto de los vehículos y así se mejoraría el problema de la contaminación en las ciudades.

Biomáquinas. En Nevada, una fábrica de chocolates está aplicando un método biológico para el tratamiento de sus aguas residuales ideado por Living Technologies Inc. que consiste en la aplicación por etapas de bacterias, crustáceos o peces que contribuyen a la degradación biológica. Los técnicos determinaron que las aguas chocolatosas producidas por Ethel M. Chocolates no mataba directamente a los peces, sino que los asfixiaba por la falta de oxígeno. En los primeros tanques, existen bacterias degradadoras de grasa, así como plantas que gradualmente separan los contaminantes del agua. A su vez, ya que esas bacterias concluyeron su tarea son consumidas por formas de vida superiores, carroñeros tales como caracoles o almejas que las devoran. Por ejemplo, los caracoles se alimentan de bacterias muertas, mientras que las almejas filtran los desechos sobrantes. Cuando 7 días más tarde el agua llega al lago artifical está suficientemente limpia para descargarse o volverse a usar. El lago cuenta con flora y fauna: palmas, pasto, espadañas (mimbre), lirios, caracoles, camarón de agua dulce (acociles), pez japonés y koi.
La bacteria es obtenida directamente de las natas de aguas negras arrojadas por las fábricas. Se obtiene un cultivo para ser empleado en el tratamiento. Michel Shaw preside Living Technologies Inc., la que actualmente opera seis sistemas similares: tres en EU, uno en Australia y dos en Brasil, creados pàra M&M-Mars y sus subsidiarias. Las plantas no parecen sistemas de tratamiento, sino más bien parques, son más económicos que los sistemas convencionales y consumen sólo dos tercios de la energía que aquéllos. Esta tecnoligía biológica pudiera aplicarse a limpiar ciudades como Venecia, Xochimilco o ríos.

Tecnología para el desarrollo sustentable. Se debe impulsar una tecnología que no contamine y no ser tan radical en cuanto a rechazarla totalmente, dice el director ejecutivo de Greenpeace, Thilo Bode. Se necesita una reducción radical en el empleo de energía y materias primas así como ciclos de producción cerrados, transporte eficiente de energía y dejar de emplear combustibles fósiles, lo cual requiere nueva tecnología. La mayoría de los productos y de los procesos actuales son insostenibles. Son tecnología dinosáurica, ineficiente y voraz en su apetito por recursos. Otras tecnologías son insostenibles en relación con nuestro futuro, tal como los desperdicios nucleares o los contaminantes clorados. Estamos lanzando al medio ambiente organismos genéticamente modificados antes de que midamos el riesgo. En realidad, muchas nuevas tecnologías amenazan el futuro en la misma forma en que lo hacen los desperdicios nucleares, por lo que debemos preguntarnos: ¿qué es lo que debería regir el empleo de las nuevas tecnologías que desarrollemos?
Por lo que es obligación de los grupos medioambientalistas presionar para que se aplique la ética a la tecnología. No puede dejarse a las fuerzas del mercado hacer el juicio en base a que si es barato o caro. Por ejemplo, cuando Greenpeace alertó de los peligros de blanquear el papel con cloro, los editores de revistas dijeron que no había alternativas, sin embargo, la asosiación creó el TCF, papel que se blanquea sin cloro y es ahora muy empleado. Lo mismo sucedió cuando alertó sobre el uso de los clorofluorocarbonos como refrigerantes; la industria dijo “imposible”, pero Gr. empleo una vieja fábrica de refrigeradores en Alemania Oriental y desarrolló un refrigerante que no destruye la capa de ozono. Sin embargo, en muchas partes los fabricantes protegen sus inversiones aunque éstas produzcan gases contamiantes, aduciendo que hay barreras técnicas que no permiten soluciones. Pero Gr. creó el SmILE, un auto eficiente en el uso de combustibles o considérese el auto de Negre.
La tecnología por sí misma no salvará el futuro. No puede recuperar la biodiversidad y belleza de la selva amazónica. No puede lograr que un BMW de 2 toneladas y doce cilindros sea un producto sustentable. El principio físico básico no puede alterarse: no puede haber crecimiento ilimitado en un mundo limitado. Sin embargo, la tecnología puede crear alternativas. Además, los estilos de vida deben de cambiar, no necesariamente la calidad de vida. Por ejemplo, no debe pensarse que para vivir bien, todos necesitamos una casa estilo Beverlly Hills, con alberca, jacuzzi y todos los lujos o un Mercedes o un BMW, pero sí un estándar adecuado en que tengamos lo mínimo necesario para una vida normal, tal vez una casa ecológica casi autosustentable, con hortalizas, gallinero, etc, y trasladarnos en bicicletas. Es decir, no debe confundirse que para vivir bien necesitamos consumir ilimitadamente, tal y como lo desea el sistema capitalista de consumo en que vivimos, el cual, también tendría que cambiarse por otro sistema económico. Se necesita producir más bienestar con menos recursos para el futuro, pero insistiendo en que lo fundamental es el cambio de sistema económico (TIME, 23 de marzo de 1998).


Bien, pues sigo aportando más datos de lo que se puede hacer para resolver los problemas ecológicos que la llamada “civilización” ha traído consigo, alegando que el adoptar tecnologías más limpias es “muy costoso”, es decir, anteponen su ganancia a cualquier sugerencia que contribuya a crear un medio ambiente más limpio, perdurable y saludable, pues el hecho de que cada año se generen 7,100,000,000 toneladas de bióxido de carbono (TIME, 2 de noviembre, 1998), de las cuales la mitad, o sea, 3,550,000,000, se queden en la atmósfera, está ocasionando que el planeta se convierta en un invernadero en el que las temperaturas son más altas, hay menos agua, menos bosques, cambios climáticos...
Por ejemplo, el arquitecto William Mc.Donough está incorporando técnicas constructivas ecológicas, como en el edificio perteneciente a Gap Inc., en el cual, los techos están cubiertos de una capa de tierra de 15 cm, en la cual sembró pasto y flores salvajes, que sirven, tanto de aislante acústico, como térmico. Los pisos de madera, así como el amueblado fueron hechos con madera de los llamados “bosques sustentables”, es decir, no se empleo madera de selvas o de bosques naturales (habría que analizar detenidamente lo de los bosques sustentables, para ver si en verdad son ecológicos y no ponen en riesgo, por ejemplo, los suelos en donde se siembran, como sucede aquí con los llamados bosques de árboles de crecimiento rápido, como los eucaliptos, que degradan las tierras en donde se cultivan). Atrios muy altos permiten que la luz del día entre plenamente, lo que logra que el edificio sea 30% más eficiente en ahorro de energía que lo requerido por la ley. Además, el ambiente ofrece lo que podríamos definir como “verdosidad”, pues está diseñado de tal forma que donde quiera que se mire se ven árboles, plantas, el contacto con lo natural, que yo creo que es importante para humanizarnos y para que a través de ese contacto natural, cuidemos más el ambiente.
Mc.Donough, en colaboración con el químico alemán, su amigo, Michael Braungart, está haciendo o ya completó diseños de gel para el cabello no tóxica, telas que no contienen mutágenos o carcinógenos, muñecas hechas sin PVC, empaques de yogur biodegradables e incluso un zapato tenis de NIKE que cuando se deseche, su suela se degradará y servirá como nutriente para la tierra. También está trabajando en otros proyectos ecológicos, tales como las oficinas centrales de NIKE en Europa, el centro de estudios ambientales en Oberlin, el cual empleará la luz solar para producir más energía que la que emplee, además de que contará con un estanque de purificación de agua como los mencionados arriba, en donde plantas, peces, crustáceos y microbios harán el trabajo, así como una comunidad ecológica totalmente nueva en Indiana, llamada Coffee Creek Center, en donde la idea es construirla como si fuera un bosque.
El edificio emplea pinturas y adhesivos poco tóxicos. El ambiente es tranquilo, no precisamente silencioso, pero que denota una actividad placentera. La iluminación se puede controlar mediante persianas. No se necesita aire acondicionado, pues los pisos levantados actúan como ductos que acarrean aire fresco durante el día y que es renovado durante la noche. Es tan agradable el edificio, que muchos empleados ni necesidad tienen de salir a comer, pues la cafetería es mejor que afuera, ya que es como si ellos estuvieran afuera.

Otro proyecto muy interesante es la comunidad de Village Homes, desarrollada por el matrimonio de Michael y Judy Corbett, quienes a principios de los 70’s tuvieron una serie de obstáculos legales, financieros, burocráticos, entre otros para lograrlo. Se trata de un complejo urbano ecológico, en el cual, todas las casas están orientadas hacia los jardines en donde el sol alumbra más, cuentan con amplios ventanales para aprovechar lo máximo posible la luz solar en invierno, así como techos más largos para que sirvan de protección de dicha luz en verano, existen huertos en donde se cultivan frutas y verduras, alrededor de la comunidad, que se riegan con el agua de lluvias colectada (pues el terreno está conformado para recolectar el mayor volumen, y lo que sobre, se guarda en estanques) y de los que seguramente se surten todos los habitantes, lo que les permite ahorrar también en comida (supongo que deben ser cuidados colectivamente). Las calles son estrechas y hay un centro comunitario que da trabajo y un ingreso a la comunidad. Hay “centros verdes”, así como recreativos, que refuerzan el sentimiento comunitario. Está diseñada de tal forma que no se usen para nada los autos, y la gente camine o ande en bicicleta. El que haya calles más estrechas, significa menos gastos de mantenimiento, más absorción del subsuelo, así como menos calor en verano (pues en esos días, el asfalto, al reflejar el calor, contribuye a aumentar la temperatura). También, cada casa tiene su propio huerto y las calles las interconectan, lo cual las hace más seguras, como lo indica el bajo porcentaje de criminalidad. Personalidades, como el extinto Francoise Miterrand, han visitado la comunidad y han quedado maravillados, seguros de que sus principios pueden aplicarse en otros lugares.
A los Carbett lo que les interesa es un lugar ecológico, en donde no haya la necesidad de usar auto, como tantos “planificadores urbanos” continúan haciendo. Dicen que si hicieran otra comunidad ecológica en la actualidad, emplearían cocheras, para evitar que la chatarra no se apile (los autos que ya no se usan), así como solarios en el techo, para aprovechar más la luz solar y celdas solares para generar electricidad.
De hecho, siempre he pensado que en esta ciudad, los camellones podrían emplearse para cultivar huertos de árboles frutales y hortalizas, así como desarrollar un sistema de recolección de las aguas pluviales para aprovecharlas y mitigar la carencia de agua, cuestiones que, claro, por los fuertes intereses económicos no se harán nunca. Justamente, en un viaje reciente a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, observé lo que señalo arriba, camellones y banquetas sembradas con árboles frutales, naranjos. Estos arbustos tienen la ventaja de crecer poco, sin poner en riesgo drenaje o concreto – que es la “razón” por la cual, aquí, el DDF realiza constantemente carnicería de árboles, al “podarlos” indiscriminadamente” –, además de que sus frutos se pueden emplear en proyectos comerciales, que harían autosuficiente y, quizá, hasta lucrativa su plantación. Sorprende como en esas ciudades pequeñas ya se estén desarrollando tales proyectos y aquí no. Habría que estudiar los resultados que han tenido.
En otro sentido, los siguientes dos casos, son ejemplos tecnológicos para eliminar definitivamente el motor de combustión interna. Uno de ellos es la batería eléctrica desarrollada por Stanford Ovshinsky, dueño de Energy Conversion Devices, con la cual un auto diseñado en base a aquélla puede circular hasta 240 km antes de ser recargada, como el EV-1, de General Motors, aunque las compañías automotrices prefieren seguir vendiendo vehículos con un alto consumo de gasolina, como los SUV’s, ya que esos sí dejan ganancia. Según estas empresas dicen que es muy costosa la fabricación, a lo que Ovshinsky dice que es porque todavía no quieren vender grandes cantidades de vehículos eléctricos, lo que abarataría la fabricación de dicha batería. Otros dicen que sólo podrá aplicarse en autos pequeños (como el Toyota E-com o el Ford Th!nk, aún prototipos) o en los autos híbridos que supuestamente Japón comenzará a venderle a EU en el 2000 (aunque en otra parte ya discutí que no me parece que vayan a ser un gran éxito los autos híbridos, tanto por su alto costo, como porque los precios de la gasolina siguen bajando, así que seguirán siendo más atractivos los autos de gasolina y, porque, ¿cuántos de los estadounidenses se preocuparan en verdad de comprar un carro que cuide el ambiente?).
De todos modos, la tecnología para fabricar autos eléctricos existe y sólo resta que los autoconstructores ya dejen de pensar tanto en sus ganancias y lo hagan en bien del medio ambiente.
El otro ejemplo es la celda de combustible, desarrollada por Geoffrey Ballard y su compañía Ballard Power Systems que consiste en un tanque de metanol, del que se extrae hidrógeno; luego, éste pasa a la celda, en donde se combina con oxígeno, de lo cual se produce energía eléctrica, que mueve a un motor eléctrico. La extracción de hidrógeno del metanol produce algo de contaminación, pero no tanta como la de un motor de combustión, y de la mezcla de oxígeno e hidrógeno, sólo queda agua potable. Las celdas de combustible tienen 150 años de existencia; de hecho, se emplearon en el programa espacial Géminis, pero se consideraban muy costosas para cualquier uso práctico, hasta que Ballard lo logró, y construyó un autobús que se impulsa mediante ese dispositivo (TIME, febrero 22, 1999).
En fin, como puede verse, existen tecnologías alternas, aunque el carro que más me convence es el del ingeniero francés Guy Negre, mencionado arriba, quien inventó un motor que además de funcionar exclusivamente con aire, mejora la calidad del que la rodea. Para mí, sería el motor más conveniente que se debe desarrollar, pues tanto la celda de combustible, como la batería eléctrica, no están libres de contaminar en otras formas. Otra vez, insisto, es cuestión de hacer a un lado las ganancias de las industrias y hacer a un lado, incluso, el sistema capitalista.

Sólo una sociedad que venera tanto la ganancia, la acumulación de dinero, crearía monstruosidades como la que sigue, que sería la otra cara de la moneda, el producir tecnologías antiecológicas – antitecnoecologías, como las denomino – que afectan más al medio ambiente y aumentan los peligros existentes. Se trata de las llamadas semillas terminator (TIME, febrero 1, 1999), las cuales no producen una nueva planta si son sembradas, producidas por la transnacional Monsanto Corp., quien de esa forma trata de evitar que sus semillas de llamado alto rendimiento sean reutilizadas por los campesinos, tal como cada año hacen con la nueva cosecha. Espera que de esa manera se las compren cada año a la empresa, para que así sus “ganancias no se vean perjudicadas”. El “ingenio”, consiste en introducir una sustancia tóxica que mate la semilla de, digamos, el maíz. Dicha sustancia se introduce en el genoma de éste, pero también se le agrega DNA que la bloquea, para que así la compañía pueda producir suficientes semillas para su venta. Una vez que tenga una buena cantidad, las semillas son inmersas en un baño antibiótico, que destruye el bloqueador. Ya cuando las semillas son vendidas y sembradas, la toxina destruye las nuevas semillas, obligando así a comprar nuevas. Según Monsanto, esto lo hace porque en los países subdesarrollados, existe una débil protección de las patentes (háganme favor, como si un maíz mejorado aún con pesticidas o muy productivo, como hace Monsanto, pudiera patentarse). Esto da cuenta de la mezquindad con que actúan las corporaciones, porque no crean tecnología, como las semillas mejoradas, en beneficio de la humanidad, sino para el suyo propio. Y, también, refleja su torpeza, pues varios grupos ecologistas han advertido del peligro de que el polen de las plantas terminator se disperse en plantas normales, cruzándose, y pudiendo ocasionar el fin no sólo de determinada especie, sino de todo el reino vegetal al crear plantas estériles, por no ser capaces de reproducirse; desde luego, que los directivos lo toman a la ligera, diciendo que eso no es posible, y que es más de la ciencia ficción, pero ¡cuántos proyectos supuestamente científicos se les han ido de las manos y han ocasionado problemas graves (la energía nuclear, el virus VIH, etc.). Además de lo anterior, yo consideraría el peligro que esas plantas ocasionarán en el futuro en el organismo humano pues estaríamos alimentándonos de una toxina biogenética. Éstas son cuestiones que solamente una ordenada presión social, en todo el mundo, contra las corporaciones, puede eliminar.

Aunque también sigue habiendo personas interesadas en explotar al máximo la naturaleza, sacando provecho, incluso, de las moscas, como en el siguiente caso (TIME, febrero 22, 1999). La firma biotecnológica galesa Surgical Materials Testing Laboratory, cultiva larvas de mosca, de las llamadas moscas verdes, que se emplean para curar heridas que, a causa de la carne necropsiada, no pueden tratarse con antibióticos. Las larvas devoran la carne muerta y segregan enzimas que matan a las bacterias; desde luego, que se trata de larvas esterilizadas mediante un tratamiento especial. Otra empresa, Biopharm, cultiva sanguijuelas, de nuevo muy usadas para aliviar la presión sanguínea de los tejidos después de practicar cirugía reconstructiva. Esta firma surte alrededor de 20,000 sanguijuelas por año. Éstas son cultivadas en una antigua granja victoriana, en donde se les hace crecer a base de sangre de cerdo, luego, se les deja por lo menos cuatro meses en tanques de agua fría antes de ser embarcadas a los clientes (una sanguijuela hartada puede durar hasta un año sin alimento). Inclusive, esta compañía está experimentando con una gran variedad de parásitos, como las propias sanguijuelas, la mosca tsetse, chinches, mosquitos, tratando de hallar compuestos que pudieran trabajar como drogas anti-inflamatorias en el tratamiento de derrames cerebrales y ataques del corazón. Otras firmas están experimentando con hierbas y cultivos.
Claro, aquí también está la ganancia como incentivo, pero, al menos, no están alterando ni destruyendo la naturaleza.


Y para darse una idea de la cantidad de contaminantes producidos por el hombre que ya están en nuestro organismo, he aquí el siguiente dato (TIME, agosto 21, 2000): 300 sustancias químicas industriales que no existían hace 50 años, ya están presentes en nuestro organismo, de acuerdo con el doctor francés Michel Odent, es decir, en promedio de a seis por año. Desde luego, muchas de ellas peligrosos cancerígenos y mutágenos que ni siquiera sospechamos el daño tan enorme que provocarán a nuestros organismos. Uno de tales, no precisamente sustancia o compuesto, sino producto de la llamada ingeniería biogenética, es la llamada frankenfood, es decir, los alimentos genéticamente alterados, de los que ya hemos hablado arriba. Se trata de una forma de contaminación que yo llamo genética, por todos los problemas físicos y ambientales que generará. Otro ejemplo es el salmón genéticamente alterado, cuyo promotor, el señor Elliot Entis, alaba como la gran promesa alimenticia del futuro. Este pez, que ordinariamente mide 12 cm a lo mucho, se mutó genéticamente, y ahora llega a medir 40 cm, ¡más de tres veces el tamaño original! Nació accidentalmente, cuando, hace 20 años, científicos de Terranova, Canadá, notaron que peces lenguados sobrevivieron a la congelación en un tanque que se heló. Decidieron tomar un gen de ese pez e injertarlo al salmón para que pudiera resistir temperaturas más bajas y crecer en aguas más frías. Esto no se consiguió, pero lo que sí descubrieron accidentalmente, fue que el pez, con dicho gen, combinado con sus hormonas de crecimiento, crecía muchísimo más rápido, tanto en rapidez, como en tamaño. Patentaron su gran descubrimiento, formaron la compañía A/F Protein (AF es por antifreeze, o sea, anticongelación), y ahora dicen que su super pez es la panacea porque puede proporcionar más alimento en menos tiempo y, el clásico justificante, con menos dinero. Los tipos no saben cuáles pudieran ser los efectos si alguno de sus superpeces se pudiera escapar, o varios, y aparearse con los salmones normales. Sin nos ponemos a especular, pudiera suceder como lo que, se cree, les pasará a las plantas que se polinicen con las semillas terminator de Monsanto, que dicha cruza acabe con la especie, en el peor de los casos, o que se cree una especie no comestible o... existen infinidad de cuestiones que ni siquiera se sabe qué puedan generar. Por lo pronto, se han encontrado dos efectos: uno, que los huevos del supersalmón sobreviven menos tiempo, es decir, sería menor su reproducción y, dos, que ese pez tiene una estructura muscular más débil y es menos hábil nadando. De acuerdo con Robert Devlin, geneticista de peces canadiense, dice “La ciencia, en su fase actual, no puede proporcionarnos cuál es el riesgo real”. Pero me parece deleznable que compañías como la mencionada, con tal de hacer los grandes negocios, promuevan sus productos sin las pruebas debidas, con todo y su insistencia de que sus productos no son peligrosos, a pesar de estar alterados genéticamente.
Desde luego que no faltan justificaciones, inclusive, de orden moral para crear estos productos genéticamente alterados. Tal es el caso del llamado arroz dorado (TIME, julio 31, 2000), el cual, de acuerdo con su creador, el señor Ingo Potrykus, del Instituto Federal Suizo Tecnológico, fue creado con la finalidad de enriquecer a un alimento tan generalizado en el mundo (unos tres mil millones de personas consumen arroz, de las cuales, un 10% adolece de vitamina A), pero tan falto de nutrientes de propiedades vitamínicas; en este caso, el arroz normal se alteró con narcisos, esas flores acuáticas, y una bacteria llamada Erwinia uredovora. Los genes de las plantas y la bacteria son, a su vez, injertados en los genes de otras bacterias, las Agrobacterium tumefaciens, las cuales, son colocadas en platos de Petri, junto con embriones de arroz normal. Una vez realizado, dichos embriones producen la sustancia betacaroteno, la fuente de vitamina A, y se tienen que injertar en plantas normales para que se logre la mutación transgénica y se produzca arroz dorado. Así, de acuerdo con Potrykus, su arroz evitaría males debidos a la carencia de vitamina A, tales como un sistema inmunológico débil, una mala visión o, incluso, perder la vista. Claro que el arroz dorado no se regala, puesto que las sustancias con las que Potrykus lo produjo ya estaban patentadas: la bacteria y los genes transmisores son producidos por la compañía inglesa AstraZeneca. Ésta, supuestamente a cambio de las licencias y derechos comerciales, firmó un acuerdo para hacer llegar las plantas a los más pobres (no veo cómo, si no son capaces de perder dinero, y menos con 3000 millones de pobres).
Pero Potrykus insiste en que esta planta no es como las creadas, por ejemplo, por Monsanto, como su Roundup Ready frijoles de soya, a los cuales adicionó un gen resistente a – ¡háganme favor! – su propio herbicida, el de Monsanto, que sirve para combatir hierbas parásitas. Nótese el escepticismo de que esa tecnología sea para bien si tal parece que es simple negocio todo. Es como si yo creara un peligroso virus para matar ratas, que también afectara a los humanos, lo desparramara y luego vendiera yo el antídoto. Considero que el que una corporación se abrogue los derechos de distribución acaba con el sueño humanitario de su creador.
He señalado algunos de los peligros que se vislumbran con el material genético y nuevas investigaciones señalan algunos otros. Para comenzar, se ha visto que los alimentos genéticamente alterados son fuentes potenciales de alergénicos. Esto, porque los genes transferidos contienen instrucciones para fabricar proteínas, y no todas las proteínas son iguales. Por otro lado, está el riesgo de la contaminación genética que ya mencioné, como la polinización, que podría, incluso, acabar con una especie al contaminarla con polen genético. Además, el hecho de que se desarrollen plantas resistentes a las plagas, como el maíz producido por Monsanto, resistente al gusano barrenador o el algodón, resistente al gusano algodonero, a las cuales se adiciona Bt, una toxina producida por la bacteria Bacillus thunringiensis, podría ocasionar que otras plagas, de tanto Bt, se volvieran inmunes a él. Incluso, pueden llegarse a afectar especies muy valiosas, que resultan dañadas por el Bt, como la mariposa Monarca, pues en un experimento rápido, un entomólogo, John Losey, espolvoreó polen de maíz con Bt en plantas en las que vivían larvas de mariposa Monarca, y el resultado fue que murieron todas, ya de por sí puestas en peligro por la deforestación de su santuario, en tierras michoacanas.
Por otro lado, también se pueden volver otras yerbas resistentes al Bt, y ser mucho más difíciles de exterminar.
Desgraciadamente, en continentes como el africano, este tipo de plantas alteradas que contienen sustancias tóxicas para acabar con las pestes, son muy aceptadas. Por ejemplo, se siembra una papaya resistente a un virus, desarrollada por el patologista de plantas de la universidad de Cornell, Dennis Gonsalves. Esto, porque el virus casi acabo con las siembras de papaya. También, las siembras de camote normal, esperan sustituirse pronto por una especie transgénica, resistente al gusano de esa planta. Por si fuera poco, los científicos africanos esperan incorporar plantas resistentes a la descomposición, pues algunos como la científica keniana Florence Wambugu, señalan que en África, casi la mitad de la producción agrícola se pierde en el camino al mercado, lo cual, desde luego, es grave, pero considero que no debe ser con la adopción de plantas que no se descompongan que debe resolverse el problema, sino con sistemas de conservación, tales como refrigeración, plantas procesadoras de alimentos, sistemas de transporte eficaces, etcétera, que los países ricos deberían de proporcionar, pero que no lo hacen porque es parte del negocio de la biogenética. Según los científicos, África sería uno de los continentes más beneficiados de la biotecnología agrícola, pero, repito, ¿a qué costo? No podemos medir sólo los beneficios inmediatos, sin ver los perjuicios a mediano y largo plazo, que pueden, incluso, superarlos.
Y en la destrucción ecológica, no sólo intervienen procesos industriales, digamos que pacíficos. La guerra es una brutal forma de destrucción de ecosistemas. Por ejemplo, considérese la guerra del Golfo, en la que el salvador EU intervino para rescatar a Kuwait de las criminales garras de Iraq, comandado por Sadam Hussein. Cuando la guerra se acercaba a su fin, con la derrota de Iraq, por supuesto, este país, en venganza, empezó a volar los pozos petroleros de Kuwait, formándose enormes “lagunas” de petróleo en medio del desierto. Por suerte que sólo se trataba del desierto, pues de lo contrario, la destrucción ecológica hubiera sido brutal. Más atrás en la historia, veamos lo que sucedió en Vietnam, cuando los gringos se empecinaron en sostener una guerra absurda, luchando contra los “rojos”. Las armas químicas se usaron como nunca antes contra esa nación subdesarrollada, sobre todo el llamado napalm, palmitato sódico, una sustancia ácida y abrasiva que mataba gente por incineración o abrasión, incendiaba bosques y dejaba inservibles las tierras que tocaba. De hecho, los gringos lo usaban para realizar limpieza del Vietcong, los soldados rojos, pues los obligaba a desplazarse de las tierras muertas, sin posibilidades de regenerarse. Un ejemplo contemporáneo de los problemas tan costosos y duraderos que genera la guerra lo constituyen las llamadas minas explosivas, esos artefactos que han bajado tanto de precio, que existe un modelo chino, la Type 72, antitanque, vendida por módicos $3 dólares – cuando se fabricaban allá, pues desde que se prohibieron, se supone que sólo las fabrica EU, por razones de seguridad . Estos explosivos, capaces de matar a una persona al contacto, se usaban como barreras – de hecho, se siguen empleando, por ejemplo, en la frontera de Corea del Norte y Corea del Sur – para evitar incursiones enemigas. Son fáciles de colocar, lo cual se realiza mediante máquinas rociadoras que los siembran como si fueran semillas( la firma italiana Valsella Meccanotecnica ofrece un sembrador de minas, que puede montarse en un auto y esparcir ¡30 minas por segundo!). Una de las últimas guerras en que se les empleo masivamente fue la de los Balcanes, en donde la antigua Yugoslavia – por razones políticas y económicas de las naciones que apoyaban a los tres bandos – se dividió en tres naciones: Bosnia-Herzegovina, Croacia y Serbia (ésta, vuelta a bautizar como Yugoslavia). Como señalé, las minas son fáciles de colocar y quedan ocultas, de tal manera que cualquiera que pise una, no se dará cuenta, sino hasta que la explosión le vuele las piernas, en el mejor de los casos, o lo mate. En 1993, se calculaba que existían unas 450,000 personas minusválidas a causa de las minas ocultas, heridas ya cuando la guerra en sus respectivos países había terminado. África, uno de los continentes con los problemas más severos de minas ocultas, tiene entre 18 a 30 millones de esos artefactos escondidos aún entre lodo y hierbas, que pueden volarle las piernas a un campesino que esté sembrando o buscando leña (TIME, diciembre 13, 1993). En ese año, 1993, se calculaban entre 85 y 100 millones, las minas desparramadas en el mundo, ya que las contiendas habían terminado, pues su letalidad puede durar muchos años. Todavía se han hallado minas activas de la segunda guerra mundial. En la actualidad, existen aún 60 millones de minas escondidas (TIME, julio 21, 2000). Nótese la lentitud del proceso de limpieza, hecho hasta ahora manualmente, mediante hombres que arriesgan sus vidas encontrando y desactivando las minas. Si estimamos que en 1993 habían 85 millones, resulta que apenas se han hallado en 7 años, 25 millones, es decir, aproximadamente 3.57 millones por año, entonces, los 60 millones actuales se llevarían – si es que ya no se hacen más guerras en donde se siembren estas semillas del diablo, como se les conoce – ¡16.8 años para ser limpiadas! Evidentemente que es demasiado tiempo como para que esos temibles, mortales, artefactos estén descansando, ocultos, asesinos, esperando a ver quién se para en ellos y pierde sus piernas o la vida. Por ejemplo, en Bosnia-Herzegovina matan hasta 10 personas mensualmente, un costo bastante alto para permanecer inactivos ante ese peligro. Afortunadamente, existen personas preocupadas en atacar esos problemas. Una de ellas es el inventor inglés Bob French, quien fabricó dos ingenios que pueden limpiar las tierras de minas, de forma más segura, y ecoamigable. Las máquinas se llaman Bigfoot y Mineworm y son operadas remotamente. Trabajan así: primero, Bigfoot, avanza, no necesita mapas de minas, y consta de pies blindados accionados por pistones que apisonan centímetro a centímetro la tierra minada, detonando cualquier mina. Los sistemas de absorción de choque, desviación de la explosión y la disipación de la energía evita que sea dañado por las minas antipersonales. En caso de que se detone una mina antitanque y dañe uno de los pies, éste se puede cambiar en el lugar mediante un repuesto. Atrás de Bigfoot le sigue Mineworm, el cual excava la tierra hasta 55 cm y remueve toda la artillería no detonada, además de las minas defectuosas, extrae materiales ferrosos para inspección posterior y, además, regresa la tierra, sin compactarla, lo que posibilita sembrar y cosechar en esos terrenos. Los prototipos pesan 5 toneladas cada uno, y se les conoce como Land Mine Disposal Sistem, LMDS, es decir, Sistema limpiador de minas terrestres. Se están estudiando mejor con el fin de hacerlos más pequeños para que sean más manejables y, de acuerdo con las pruebas, son bastante eficaces. Pat Banks, un consultor independiente que trabaja limpiando minas en Bosnia, considera esenciales a esas máquinas, debido a la lentitud de la limpieza manual: en Bosnia, apenas 60 kilómetros cuadrados de tierra fueron liberados de minas. Las máquinas pueden limpiar 500 metros cuadrados en una hora, en cambio un equipo de limpieza, apenas avanza 200 metros cuadrados por día, y eso si no hay accidentes. Es en ese país en donde van a comenzar sus tareas de limpieza.
El proyecto está financiado por Redbus Investments, una firma del empresario Cliff Stanford. Así que él y French están esperando compradores de los países ricos – responsables en gran medida de la fabricación y venta de minas, en los cuales están EU, Italia, la exURSS, Suecia, Alemania, Austria, Francia e Inglaterra – para las máquinas y que las donaran a los países con más problemas de minas ocultas – las regiones más conflictivas son África y Asia. El paquete de las dos máquinas, más refacciones, entrenamiento y apoyo en el lugar, costaría – según French – alrededor de $750,000 dólares, para el primer año y después, con la demanda, bajaría hasta $300,000 dólares. Ojalá que los países como EU, que gasta $650,000 millones de dólares anuales en fabricación de armas, esté dispuesto a desembolsar sólo una fracción de esa brutal cantidad para librar a la humanidad de un demonio causado por ella misma.
He mencionado que la destrucción ecológica se debe al irracional desperdicio de recursos por parte de las industrias. He aquí un dato revelador (TIME, julio 3, 2000): para fabricar un auto y sus componentes se requiere una energía equivalente a 110 gigajoules, suficiente para calentar un hogar (en EU) durante 18 meses. Ahora, imaginemos el gasto energético tan enorme, si cada año se fabrican ¡65 millones de autos, uno cada dos segundos!
Evidentemente, tanta utilización de energéticos, así como el combustible quemado por millones de vehículos a diario, arrojan cientos de miles de toneladas de contaminantes a la atmósfera. Sumemos, además, la contaminación industrial y el panorama se completa para lograr el llamado efecto invernadero, bautizado así porque, justamente, en este sistema cerrado que es nuestro planeta, la energía y la materia no se destruyen, sino sólo se transforman, así que todos los minerales fósiles, como el carbón o el petróleo que hemos extraído del subsuelo, perdieron su forma original, se han transformado en gases venenosos que flotan en la naturaleza y que forman una capa que retiene el calor generado por la luz solar, no permite que se disipe, justo como las cubiertas plásticas de los invernaderos, gracias a las cuales, las plantas cuentan con calor suficiente, aún en tiempos de frío, de ahí el nombre, pues tantos gases están aumentando la temperatura del planeta, originando lo que los científicos y ecologistas han definido como el calentamiento global, del cual ya hay bastantes evidencias. La más reciente es el derretimiento del Ártico, o Polo Norte, como se conoce también. Son dramáticas las fotografías (TIME, septiembre 4, 2000) de morsas posadas sobre pedazos derritiéndose de hielo en medio del mar, y no en las usuales costas heladas, debido a lo cual, esos animales polares tienen que nadar más profundamente para conseguir alimento. Es tan evidente el aumento de la temperatura en esa zona geográfica, que recientemente un grupo de turistas que viajaban a bordo del rompehielos ruso Yamal comentaron al New York Times a su regreso haber visto, nada menos que un lago de 1.5 km aproximadamente de ancho que se había abierto exactamente en el paralelo 90 y que gaviotas ¡revoloteaban encima de él, como si nada! De hecho estudios recientes, indican que las temperaturas han ascendido hasta 4C en Alaska, Siberia y partes de Canadá, en tanto que el hielo marino es 40% más delgado y cubre 6% menos área que en 1980. El llamado permahielo, considerado hasta hace poco como la capa más profunda y permanente de hielo, está mostrando no ser tan permanente. En un mapa que muestra los cambios sufridos por la capa de hielo del ártico (proporcionada por el NOAA Geophisical Fluid Dynamics Laboratory), podemos ver que el área en donde el hielo tiene hasta cinco metros de profundidad, es de un 50% de lo que era entre 1950 y 1959, y, de continuar el calentamiento, para el año 2050 se habrá reducido a una octava parte, aproximadamente. Muchas sitios, para esos años, de plano se quedarán sin hielo, y podremos imaginarnos el “paisaje” que se verá, como desoladas estepas arenosas o extensiones de agua en donde antes todo estaba cubierto por una blanca capa de hielo, en las cuales, irónicamente, en las expediciones de principios de siglo para explorar el Polo Norte, tantos avezados aventureros murieron por las congeladoras temperaturas. Aún así, a pesar de las evidencias, mezquinos intereses de personas, gobiernos y corporaciones que prefieren seguir contaminando, sostienen que, en el caso del lago, no es raro, y que ya otras veces se ha derretido el hielo ahí. Sin embargo, muchos científicos afirmaron que ese lago sólo se había formado antes hace 50 millones de años. En muchas zonas el rompimiento del hielo a causa del verano es prematuro, como en el caso de la bahía Hudson, en la provincia de Manitoba, en Canadá, en donde las ballenas beluga antes llegaban a mediados de junio, y ahora deben hacerlo en mayo. En esta zona, el hielo se forma después, lo que provoca varios trastornos, como lo que le sucede a los osos polares, quienes despiertan de su hibernación confiados en que ya hay hielo para dirigirse a los lugares en donde acostumbran cazar, pero la falta de aquél provoca que los pobres animales se dirijan a la ciudad, hambrientos y flacos. Ahí, se les tiene que tranquilizar con dardos y transportarlos 16 km al norte, a donde ellos ya puedan cazar. En Alaska, el llamado permahielo, sobre el que se han edificado muchas construcciones y caminos, no es ya tan permanente y esto ha ocasionado que las casas se inclinen y se hundan, los caminos se desniveles y se abran, los postes se inclinen y muchos otros perjuicios. En las zonas naturales, los bosques fríos están siendo sustituidos por pantanos, charcas y pastizales, y los alces se mudan a estas regiones, en tanto que animales como el caribú tienen que buscar otros bosques. En la rivera del río Mackenzie, los habitantes locales, los Inuit, están viendo con desmayo cómo el permahielo se está deshaciendo, así que ya no pueden hacer los hoyos que practicaban en él y que les servían como refrigeradores para conservar sus alimentos. Además, debido a la falta de la dureza que proporciona el permahielo en las costas, muchos pueblos de los Inuit han debido abandonarse, pues ya no es firme el terreno. Los Inuit ya no pueden cazar presas como las morsas, las cuales se han movido más hacia el norte, así que sus frágiles embarcaciones no pueden viajar hasta allá. Estos males, digamos que locales, tienen, desde luego, una implicación global, pues el hielo del Ártico, así como el del Antártico, constituyen el termostato que regula la temperatura del planeta, ya que establece las diferencias de temperatura entre los polos y los trópicos: el exceso de calor de los trópicos, se disipa en los polos, la mitad, mediante una corriente oceánica llamada la banda oceánica (ocean conveyor), equivalente a 100 ríos Amazonas. Mucho del resto del calor se disipa en forma de las tormentas que se mueven hacia el norte desde los polos. Si los polos continúan calentándose más rápido que los trópicos, la disipación de calor lograda por este sistema circulatorio, ya no sería tan eficiente, y ello alteraría los vientos, corrientes oceánicas y temporadas de lluvia que prevalecen actualmente, lo cual sería, evidentemente, desastroso: tendríamos menos lluvias, las áreas cultivables y las temporadas de siembra disminuirían (como ya sucede en varias partes de nuestro país, en donde las tierras de temporal son menos productivas debido a la disminución de las lluvias). Incluso, en países como Estados Unidos y Canadá, la producción de granos, una de las más altas del mundo, disminuiría. De hecho, algunas tormentas que caen en el polo, impredecibles por los meteorólogos, estarían indicando ya una alteración climática (pues no es común que caiga lluvia en los polos). Por si fuera poco, esta alteración climática, de acuerdo con varios científicos, podría conducir a un cambio en el clima aún mayor, ya que, al no haber diferencia de temperaturas, cesarían corrientes oceánicas como la Corriente del Golfo, muy importante, pues es la corriente que calienta grandes partes del hemisferio norte. Si eso ocurriera, podría darse lugar a, irónicamente, un enfriamiento global, debido a la falta de ese calor y, así, habría temperaturas más bajas. Como señalamos antes, el actual calentamiento se debe a la quema de combustibles fósiles, tales como el carbón y el petróleo, lo cual llena la atmósfera con bióxido de carbono y otros gases de los llamados gases efecto invernadero. Por eso, en 1997, en la ciudad japonesa de Kyoto, se firmó el Protocolo Kyoto, por el cual, los 160 países participantes se comprometieron a reducir entre el 2008 y el 2012, apenas en 5.2% la producción de sus respectivos gases efecto invernadero, por abajo del nivel existente en 1990. Esto me parece absurdo, pues, en primer lugar, el porcentaje es bajísimo y, en segundo lugar, se dan diez años para tal fin, como si los efectos del calentamiento global pudieran esperar, así que, más bien, es de esperarse que la humanidad no haga nada y que las peores predicciones acerca del calentamiento global se cumplan (por ejemplo, que, una vez derretidos los polos, el nivel del mar subirá 5 metros, sumergiendo a todas las ciudades costeras). Aún así, muchos países, entre ellos EU, se oponen a esas reducciones (¡como si fuera demasiado!), arguyendo que el calentamiento que experimentamos puede estar originado por causas naturales. El flamante nuevo presidente, de EU, George Walker Bush, de plano, ya se rehusó a acatar el tratado de Kyoto, ni siquiera en los suaves términos en los cuales su antecesor, Bill Clinton, lo había firmado (TIME; marzo 26, 2001). Su decisión, evidentemente, es en pago al favor de las industrias que le ayudaron con $4.5 millones de dólares para su campaña presidencial, quienes lo han presionado para que deje las cosas tal y como están, pues les saldría más caro a aquéllas renovar sus instalaciones para producir menos bióxido de carbono, el principal gas, de los otros contaminantes responsables, del calentamiento global, de los que EU es el principal emisor mundial, con el 25% de la generación total (y sólo representa el 4% de la población del globo), pues la mitad de sus plantas de generación eléctrica ¡aún funcionan con carbón mineral, imagínense!, es decir, ese país, en el aspecto eléctrico, pareciera estar aún en los tiempos de la revolución industrial, pues las carboeléctricas se distinguen por sus enormes chimeneas de tabique y concreto lanzando espesas columnas de humo, por el carbón quemado, al aire, tal como las primitivas fábricas de los siglos 18 y 19. Según Bush, convertir dichas plantas a otros combustibles como gas natural, más limpio y menos contaminante, le costaría al erario arriba de $100,000 millones de dólares y “subiría las tarifas casi un 50%”. Los ambientalistas dicen que las cifras son exageradas, pero, si así fuera, considero que para un país que gasta $270,000 millones de dólares al año en la fabricación de armamento (TIME, octubre 5, 1998), no creo que esa cifra sea un gasto fuerte, sobre todo teniendo en cuenta que el medio ambiente es obligación de todos los países cuidarlo, más de EU, principal contaminador del mundo, y es mucho más importante que todo el dinero del mundo. Pero, claro, en las consideraciones del señor Bush, están primero los intereses de las industrias, del capitalismo, preservar la ganancia antes que el interés por preservar el ambiente. Desde luego, qué otra cosa se podía esperar de un industrial millonario, conservador como Bush. Veremos si EU puede salvarse de la catástrofe ecológica que se ocasionará cuando todos los efectos del calentamiento global se manifiesten de lleno (inundaciones, sequías, enfriamiento global, etcétera, como se verá en este ensayo más adelante), pues, de acuerdo con los analistas mucho del daño ocasionado por el nivel actual de los gases responsables del calentamiento ya es irreversible, y de continuar el ritmo de contaminación sin cambios, como hasta ahora, muy pronto será demasiado tarde para reparar los males (La película Water world, traducida aquí como Mundo acuático, protagonizada por Kevin Costner, aunque mala, se desarrolla en un ficticio futuro en el que los polos se derritieron y subió el nivel de los mares, y nos permite imaginar, más o menos, lo que sería un mundo inundado por el agua). A ver si Bush puede decretar una ley que exceptúe a su país, a su gente, de la devastación ecológica que, desgraciadamente, se producirá más pronto de lo que creemos. Desde luego, sólo una mente estúpida puede actuar así, con tanto egoísmo y soberbia, pues es evidente que, como señalé arriba, tanto petróleo y carbón quemados y convertidos en gases tóxicos, lanzados a la atmósfera algún efecto tendrán. Pero así son los intereses económicos, por encima de los intereses de la sociedad. Además, Bush dice que ante la actual crisis energética de EU, por la cual ya son una constante los apagones en el estado de California debido al exagerado consumo de energía de ese país, mucho menos va a aceptar un tratado como el de Kyoto que, de acuerdo con lo declarado por su Consejera de Seguridad Nacional, la señora Cobdoleezza Rice, “está muerto”. Pero no me parece que la cuestión de la protección al medio ambiente y la salud sea una cuestión “muerta”. Y es tal la necedad de Bush de sostener el “crecimiento económico” y de “aliviar” la crisis energética de su país, que ya su vicepresidente, el señor Dick Cheney, ex ejecutivo de la empresa petrolera Halliburton, en donde se hizo rico, anunció un ambicioso plan para construir, ¡imagínense!, 1300 nuevas plantas eléctricas de aquí al 2020, la mayoría de ellas en base a combustibles fósiles, como el carbón o el petróleo (TIME, mayo 21, 2001), sin importar que se tenga que explorar o perforar en busca de esas contaminadoras fuentes de energía en zonas naturales protegidas, concretamente en Alaska, en donde se piensa perforar pozos para extraer petróleo en un refugio de 7700 ha. en donde el caribú y otras especies animales protegidas viven. El secretario de Energía, el señor Spencer Abraham, se justifica diciendo que “sólo serán 800 ha. las que se emplearán, pero que las ventajas que ello implica son grandes, pues puede ser que así se logre una mayor independencia energética para los EU”, o sea, es más importante para los funcionarios de Bush satisfacer las voraces necesidades energéticas de los estadounidenses, que el medio ambiente, pues habrá que ver qué daños al medio ambiente acarreará la construcción y operación de tantas plantas, además de que el que se ocasionará a las áreas protegidas en donde se buscarán los combustibles fósiles. Por lo visto, los criterios del plan de Cheney para nada plantean la protección ecológica. Ya nada más para que no se criticara el proyecto como antiecológico, se dijo que se procuraría aprovechar el desperdicio de los animales para producir energía, claro, de manera mínima, maquillada, una “embarradita de consciencia ecológica. Evidentemente, que aquí los sectores más beneficiados serán aquellos asociados al llamado Big Oil, las grandes corporaciones petroleras estadounidenses, como Texaco, Mobil, Exxon, etcétera, que son las que están obteniendo grandes ganancias en estos momentos de crisis energética, una crisis debida, aparte del citado exagerado consumo energético, a que como todos estos años el petróleo estuvo tan barato, los productos refinados, como el gas, el aceite para calefacción, la gasolina, fueron tan abundantes, la producción superó a la demanda y comenzaron a bajar demasiado los precios, lo que desalentó a las refinerías y éstas comenzaron a cerrar. Así, de 324 que había en 1981, ahora hay sólo 158 . Por ejemplo, en lo que va del año, pretextando la dificultad para mantener la demanda a la par con la oferta de gasolina, la empresa Exxon aumentó sus ganancias 44% durante el primer cuatrimestre, obteniendo $5000 millones de dólares libres de polvo y paja. Y, en general, las ganancias de las 27 firmas energéticas más grandes de ese país fueronde ¡$14100 millones de dólares! A estos consorcios es a lo que se llama “Big Oil”, y, por sus altos dividendos, se puede entender que se opongan terminantemente, tanto a que los estadounidenses cambien sus hábitos de alto consumo de energía, como también a que se empleen tecnologías energéticas limpias, ecológicas, ecofriendly, como se les denomina en la jerga medioambientalista de allá. Pero, repito, a ver qué hacen con sus billones de dólares cuando todo el planeta sea un desierto sin agua, sin vegetación, con unos cuantos seres humanos sobreviviendo de puro milagro. Por eso es que Bush quiere que se apruebe cuanto antes su plan de reducción de impuestos, para que lo que la gente se ahorre de pagarle menos al gobierno lo emplee en comprar gasolina, lo que contribuiría a que el Big Oil siga haciendo los grandes negocios, además de confirmar la tendencia totalmente pro empresarial de Bush.
Volviendo a Cheney y su “plan”, lo justificó al citar un estudio del Departamento de Energía mostrando que la demanda supera demasiado la oferta. Sin embargo, en un ensayo de Margaret Carlson, criticando la postura de dispendio y de exagerado consumo energético en ese país, cita estudios del mismo departamento que señalan que con la aplicación de medidas de conservación y de ahorro básicas, se podría cortar dicha demanda casi a la mitad. Es decir, lo que se propone sería un cambio en los hábitos de desbordado uso y desperdicio de energía tan característico de los estadounidenses. Como señala Carlson, la mayoría son del tipo que se suben a su potente vehículo SUV (Sport Utility Vehicle), tragador exagerado de gasolina, porque sólo así se logra su “gran potencia”, y que esperan que el cuarto de hotel, la tienda, la oficina, etcétera, aún en pleno calor de verano, estén “tan fríos como un congelador de carne”. Claro, para lograr eso, para que el aire acondicionado genere temperaturas de congelación en pleno verano, se requiere un gasto altísimo de energía eléctrica, lo que, en el caso de EU, requiere mayor generación, y, a su vez, más quema de carbón… obvio es decir, que por tal motivo, dicho país lanza tantos millones de toneladas diariamente de gases carbónicos, los que ocasionan el efecto invernadero. Ya señalé antes que ya existen construcciones ecológicas que se pueden refrescar con pura ventilación natural, con la colocación de pastos en las azoteas, con filtros de luz que limitan la entrada durante el verano, etcétera, y que son, justamente, las medidas que pueden lograr la reducción del uso de energía eléctrica. Un estudio del Pacific Northwest National Laboratory (Laboratorio Nacional del Pacífico Noroccidental), muestra como el gobierno federal, el mayor utilizador de energía, pues posee 500,000 edificios, podría gastar $5,200 millones de dólares para reducir su consumo energético entre 20% y 47%, además de que recuperaría dicha inversión en poco más de cinco años. Sin embargo, la gente de Bush desestimó dicho estudio arguyendo que sólo es “teorético”. Esto es absurdo, pues si no lo prueban, ¿cómo van a decir si sirve o no? Hay muchos otros intentos por reducir y eficientizar el consumo energético. Por ejemplo, el laboratorio Lawrence Berkeley, dependiente del Departamento de Energía, desarrolló una lámpara fluorescente de mesa que iguala la intensidad de un foco de 150 wats, pero que sólo emplea la cuarta parte de la energía de ésta. Durante la presidencia de Clinton, se aprobaron leyes que exigían medidas más rígidas para la construcción de los aparatos de aire acondicionado. Pero cuando Bush tomó el cargo, se echaron atrás las restricciones y ello ha creado la necesidad de 37 nuevas plantas eléctricas. Si dichas medidas se aprobaran de nuevo, no habría necesidad de esas plantas. Algunas compañías generadoras están ofreciendo cupones para lámparas más eficientes, en tanto que otras están otorgando $10,000 dólares a los hogares que cambien a energía solar. Si se empleara gas natural, se reducirían dramáticamente las emisiones de bióxido de carbono. Por otro lado, las energías solar, eólica y geotermal se están desarrollando y muchos estados exigen a las plantas generadoras que parte de su producción eléctrica se obtenga mediante estas energías ecológicas. Por último, si se hicieran vehículos más económicos y se prescindiera de las máquinas “tan potentes” de los SUV, podrían ahorrarse ¡mil millones de barriles de petróleo por año! Como puede verse, sí existen los medios tecnológicos para eficientar el empleo de la energía y para lograr fuentes energéticas más limpias, pero a todo esto se oponen, férreamente, los intereses económicos de las grandes corporaciones. Además, cuando se le preguntó a un funcionario de Bush si la administración estaba dispuesta a pedirles a los ciudadanos que cambiaran sus hábitos de vida para reducir el consumo energético, dado que los estadounidenses son la población que más energía per cápita consume en relación al resto de los humanos, aquél, muy mortificado, dijo que la respuesta, de plano, era un “rotundo no”. Y esa es la cuestión, que para que Bush siga, según él, siendo un presidente “popular”, mantendrá intocables los hábitos desperdiciadores de los estadounidenses, aunque ello implique pagar cada día más por la gasolina, la electricidad, el gas.... Y así como en verano hay que bajar al mínimo la temperatura del “air conditioner”, para que esté super frío, en invierno, hay que subir al máximo la temperatura, para que esté super caliente. Y esto, a pesar del interés de varias personas e, incluso, algunas de las, digamos, corporaciones más conscientes , por ahorrar energía. Por ejemplo, el ex presidente Jimmy Carter trató de poner la muestra bajando el termostato del calentador de su casa, aunque tuviera que usar suéter dentro de ella. Como se ve, son medidas que, en realidad, no representarían grandes sacrificios para los estadounidenses, sino algo de sentido común, y hacer a un lado la soberbia de que, como se vive en el país más rico del mundo, se puede hacer lo que se quiera.
Finalmente, únicamente existe una sola tierra y los efectos de la inconsciencia de unos cuantos, los sufriremos todos.
En la siguiente tabla se muestran las emisiones de bióxido de carbono producidas desde 1950 a la fecha de algunos países, a partir del mayor contaminador, así como el índice per cápita correspondiente, es decir, el número de toneladas que corresponden a cada habitante:





País Emisiones (en miles de millones de toneladas) Índice per cápita (toneladas por habitante)
Estados Unidos 186.1 16 a 36
Australia 7.6 16 a 36
Unión Europea 127.8 7 a 16
Rusia 68.4 7 a 16
Japón 31.2 7 a 16
Ucrania 21.7 7 a 16
Canadá 14.9 7 a 16
Polonia 14.4 7 a 16
Kazajstán 10.1 7 a 16
Sudáfrica 8.5 7 a 16
México 7.8 2.5 a 7
China 57.6 2.5 a 7
India 15.5 0.8 a 2.5


Y, bueno, el derretimiento del hielo polar y de los glaciares, ocasionado por el calentamiento global, originaría una gran cantidad de agua fresca que iría a posarse sobre el agua de mar más densa, sin hundirse, de tal manera que detendría la circulación vertical y esto obstaculizaría la circulación del calor a través del océano, es decir, detendría a la banda oceánica. Esto provocaría, según los científicos, enfriamiento, debido a que la Corriente del Golfo es la que calienta a Norteamérica y a Europa, gracias a las masas de agua que normalmente se hunden y la impulsan, lo que no haría el agua fresca del derretimiento. Probablemente, no sólo esas partes no se calentarían, sino muchas otras. Esto ha sucedido antes, hace unos doce mil años, cuando un inusual calentamiento dio lugar a la época de los glaciares. La Corriente del Golfo fue detenida por el agua fresca del derretimiento de los polos, y Europa no se calentó, y durante 1300 años, sufrió temperaturas de congelación. Y ahora que se sabe más de este fenómeno, llamado las Jóvenes Drias (por una planta de tundra, así llamada), los científicos están temerosos de que pueda repetirse, pero los efectos serían peores, superando a todas las catástrofes climáticas que han asolado a la humanidad, como señala el geofísico Richard Alley en su libro Two-mile Time Machine (La máquina del tiempo de dos millas). Claro que, señala Alley, esto no sería el fin de la humanidad, pero sí la pasaría muy mal. Esto es así por el enorme poder de adaptación que tenemos, pero llegará el momento en que tal adaptación ya no nos ayude. Para empezar, más frío acortaría las temporadas de siembra y los cambios en la precipitación serían más dañinos; el aire frío es más seco. Además, de acuerdo con Alley, durante las Jóvenes Drias, el monzón se debilitó en Asia, en tanto que el desierto del Sahara se expandió. O sea que, según esto, tendríamos un clima frío, pero muy seco, como si estuviéramos en un congelador en donde lo que se pone a congelar se deshidrata. Harvey Weiss, un arqueólogo de Yale que ha estudiado el papel del clima en la historia de la humanidad, hace notar que no son los cambios de temperaturas lo que provocan las caídas de las civilizaciones, sino los cambios en la precipitación. Desde luego que estoy de acuerdo con Weiss, pues las temperaturas podrían aumentar, pero si siguiera lloviendo normalmente no tendríamos problema pues el agua resolvería los problemas provocados por tanto calor (por ejemplo, su abundancia calmaría nuestra sed, permitiría el riego, el aseo, etcétera), pero el aumento del calor estará acompañado, de acuerdo con los efectos observados, de una menor precipitación pluvial, es decir, menos agua. Ya se vaticina que en el futuro habrá guerras por agua entre países en donde aquélla escasee; por desgracia, creo que eso es lo que esperan varias naciones antes de buscar desde ahora soluciones para evitar que la tierra se caliente, y seguramente ya se estarán armando para enfrentar esos conflictos con moderno armamento, cuando que podrían emplear tantos millones de dólares gastados en armas en reforestar, en limpiar ríos, en tecnologías no contaminantes... de hecho, es tal la apatía y la falta de voluntad para establecer desde ahora soluciones, que, como señalé, en la reunión de Kyoto se da hasta el 2012 para reducir los niveles de contaminación, pues se piensa que el cambio del clima será gradual. Estoy seguro que para ese entonces, será demasiado tarde y los efectos del calentamiento devastadores en muchas zonas del planeta, pues, de acuerdo con estudios hechos en Groenlandia, en las capas profundas de hielo, se ha visto que los cambios son bastante abruptos, como sucedió en la época de las Jóvenes Drias. A pesar de esto, muchos se atienen a que la Tierra y sus ecosistemas compensarán los efectos provocados por los cambios climáticos, ¡y por eso siguen contaminando, y apáticos, pues esperan que la Madre Naturaleza les lave su ropa sucia! Pero considero que estamos llegando al límite de la capacidad de recuperación del planeta. O, probablemente, sea parte de la compensación natural, ir haciendo un ambiente más hostil para el ser humano, la especie que ha resultado ser la más destructiva y perniciosa de todas. Enfermedades como el SIDA, el cáncer y otras aparecen como las modernas pestes negras, contra las que no hay cura alguna, y que están aumentando su incidencia alarmantemente (sólo en África existen 20 millones de contagiados, siendo uno de los continentes más azotados por la enfermedad). Se deben emplear tecnologías limpias, a gran escala, como la energía eólica, el oleaje, la luz solar, y pronto. Debemos dejar de lado los intereses económicos de un conjunto de grandes corporaciones y pensar más en los intereses de la mayoría y en el bienestar del planeta, finalmente, nuestro propio bienestar.
Por si fuera poco, ya hay más indicios de lo que el calentamiento global está provocando. Los científicos calculan que en el siglo por venir, las temperaturas, en promedio ascenderán hasta 3.5 y, como señalé, los efectos serán variables, según los lugares: demasiada lluvia o largas sequías. De hecho, uno de las consecuencias será la tremenda escasez de agua dulce, pues se estima que para el año 2025, ¡67% de la población mundial tendrá muy poca o nula disponibilidad de agua (se estiman, para entonces 8000 millones de habitantes –TIME, febrero 19, 2001–, lo cual significaría que casi 5400 millones de personas no tendrán agua), justamente porque el calentamiento global está provocando menos lluvias en la mayor parte del orbe, concentrándolas en unos cuantos lugares que, como se ha visto con las recientes inundaciones de países europeos, como Francia o Inglaterra, quedarán hundidos por las aguas, pues, también, como referiremos adelante, contribuirá a ello el derretimiento de los polos, lo cual subirá el nivel de los mares. Las consecuencias, en la actualidad, de la falta de agua potable en buena parte del mundo son las siguientes (TIME, marzo 26, 2001):
2400 millones de personas en el planeta no cuentan con sanitario y 1100 millones no cuentan con agua limpia.
2 millones de personas, principalmente niños, en los países subdesarrollados mueren cada año debido a que carecen de sanitario y de agua potable para beber.
10 ataques de diarrea sufre en promedio cada niño de los países subdesarrollados antes de cumplir 10 años por la falta de agua potable, y uno de cada diez muere debido a enfermedades o a deshidratación
20 millones de personas se estima que viven en Bangladesh cuya reserva de agua está contaminada ¡nada menos que con arsénico!, así que mueren por envenenamiento lento o por los males que dicho veneno provoca.
33 millones de personas que viven en la provincia china de Fujián cuya agua de pozo está contaminada con altos niveles de radón-222, una extremadamente peligrosa sustancia radioactiva, la cual incrementa su riesgo de desarrollar cáncer. Quién sabe cómo esos pozos se habrán contaminado con ese material, pero, seguramente, se trata de algún basurero nuclear chino o tal vez de otro país, muy lejano, que, debido a que el planeta es un sistema cerrado, diseminó sus tóxicos componentes, pues la mayor parte de la basura nuclear sólo se entierra, sin importar los efectos que eso acarree (en la película “Una acción civil”, protagonizada por John Travolta, basada en un hecho real, se puede ver como la contaminación por mercurio de una fábrica provocó un alto índice de leucemia entre los habitantes cercanos al lugar, pues sus mantos acuíferos estaban contaminados, sin que a la empresa le preocupara en lo más mínimo).
100,000 habitantes del distrito Karbi Anglong, al noroeste de India, a quienes se les determinó que sufrían de fluorosis, provocada por excesivos niveles de fluorita en el agua que bebían. Muchos quedaron dañados de por vida.
200 millones de personas alrededor del mundo, 80% en la región de África subsahariana, infectados con esquistosomiasis, una infección parasitaria que conduce a males más serios y es diseminada por gusanos que habitan en el agua.
Así pues, si eso sucede en la actualidad, mejor ni imaginarnos que pasará en 24 años cuando, como señalé, más de 5400 millones de personas carezcan de agua potable.
En cuanto al aumento de la temperatura del planeta –por si alguien lo dudara aún–, siete grupos medioambientales –Fondo para la defensa ambiental, Consejo para la defensa de los recursos naturales, Club Sierra, Unión de científicos preocupados, Grupo para la investigación sobre el interés público de los EU, Instituto de los recursos mundiales y el Fondo mundial para la vida salvaje– han elaborado conjuntamente un mapa que muestra los prematuros signos del calentamiento global. Enumerados por un equipo de científicos, los signos caen en dos categorías: manifestaciones directas del calentamiento, llamadas evidencias, y eventos que podrían ser más frecuentes y esparcirse en más lugares, llamados precursores (tienen una página en Internet, con la información completa en www.climatehotmap.org.). Enumeraremos los precursores del calentamiento, bastante evidentes, como podrá verse:
LOS PRECURSORES.
Animales que desaparecen:
1. En California la mariposa Edith ha desaparecido de las elevaciones bajas y de los límites sureños que abarca.
2. En la Antártica, la población de pingüinos ha declinado 33% en 25 años a causa de que el hielo marino en donde viven se está encogiendo.
3. En el Ártico canadiense, la población de caribús cayó de 24,000 en 1961 a tan sólo 1,100 en 1997, principalmente porque duras nevadas y lluvia congeladora cubrieron su fuente alimenticia.

Tormentas e inundaciones:
4. En Australia, durante agosto 15 al 17, de 1998, una tormenta arrojó casi 30 cm de agua en Sidney, tres veces más de la que normalmente cae en todo el mes.
5. En Corea, fuertes inundaciones se produjeron en julio y agosto de 1998. En algunos días, la precipitación excedió los 25 cm.
6. En California, en febrero de 1998 cayeron 55.22 cm de agua en Santa Barbara, el más alto total mensual registrado hasta ahora.
Enfermedades que se extienden:
7. En Kenia, en 1997 cientos de personas murieron de malaria en tierras altas, en donde la población antes no había estado expuesta.
8. En Colombia, en los Andes, mosquitos portadores de dengue y fiebre amarilla, alguna vez limitados a alturas no mayores a 1,000 metros aparecieron en altitudes de 2,195 metros.
9. En Indonesia, en 1997, se detectó malaria por primera vez a alturas de hasta 2,100 metros en la provincia Irian Jaya.
Sequías e incendios:
10. En España, más de 500,000 hectáreas de bosques se quemaron en 1994.
11. En México, en 1998, se incendiaron 506,000 hectáreas de bosques durante una severa sequía.
12. En Indonesia, más de 800,000 hectáreas de bosques se incendiaron en 1998, incluyendo partes del ya, de por sí, devastado hábitat selvático del orangután Kalimantan.

Primavera temprana:
13. En Inglaterra, el 31% de 65 especies de animales estudiadas en 1995 aovaron antes que durante 1971, 8.8 días en promedio.
14. En Alaska, durante 82 años estudiados, cuatro de los cinco derretimientos tempranos han ocurrido en los 90’s.
15. En New Hampshire, el tiempo que el lago Espejo está cubierto con hielo se ha reducido medio día por año durante los últimos 30 años
LAS EVIDENCIAS
Oleadas de calor:
16. En el Tíbet, en 1998, Lhasa tuvo su junio más caluroso que se tenga en récord. Las temperaturas excedieron los 25C durante 23 días.
17. En el Cairo, en 1998 se produjo el verano más caliente de que se tenga recuento. Las temperaturas alcanzaron los 41C el 6 de agosto.
18. En la ciudad de Nueva York, en 1999, la ciudad tuvo su más caliente y seco mes de julio del que se tenga recuento, con temperaturas que excedieron los 35C durante 11 días.
Mares que suben de nivel:
19. En Bermuda, la inundación de agua salobre del penetrante océano está matando los bosques costeros de manglar.
20. En Hawai, el nivel del mar se elevó en la bahía de Waimea, el cual, junto con el desarrollo costero, ha contribuido a la pérdida considerable de playa durante los pasados 90 años.
21. En Fiji, la orilla del mar ha disminuido 15 cm por año durante 90 años, de acuerdo con reportes locales.
Glaciares que se derriten
22. En la India, el glaciar Gangotri está disminuyendo 30 m por año.
23. En Rusia, en las Montañas Caucásicas, la mitad del hielo glacial ha desaparecido en los pasados 100 años
24. En Perú, el glaciar Qori Kalis en los Andes está achicándose 30.5 metros por año, una proporción siete veces mayor que durante los 1960’s y 1970’s.
Calentamiento polar
25. En Alaska, en Barrow, el número promedio de días sin nieve durante el verano se ha incrementado de menos de 80 en los 50’s, a más de 100 en los 90’s.
26. En el océano ártico, el área cubierta por hielo declinó alrededor de 6% de 1978 a 1995.
27. En la Antártica, cerca de 2980 km² de hielo de las capas Larson B y Wilkins se colapsaron de marzo de 1998 a marzo de 1999. En este polo sur, se concentra el 91% del hielo del planeta. El Seguimiento Inglés Sobre la Antártica (British Antartic Survey), instancia que estudia regularmente el hielo polar, mediante pequeños aviones o por satélite, ha rastreado durante siete años desde el espacio un área de la llamada Capa de Hielo de la Antártica Occidental (WAIS, por sus siglas en inglés: West Antartic Ice Sheet), conocida como el Glaciar de la Isla Pino (TIME, febrero 12, 2001). A mediados de febrero del 2001, los científicos ingleses reportaron que en esos siete años, dicho glaciar perdió ¡31 kilómetros cúbicos de hielo, equivalentes a 4 millones de toneladas por año! Ellos calculan que ese derretimiento elevará el nivel de los mares una décima de milímetro, lo cual, aparentemente no es mucho. Sin embargo, otro estudio reveló que la WAIS se ha contraído 122 metros desde la última Edad del Hielo, hace 7500 años. Han calculado, también, que si se derritiera toda la Antártica, los mares subirían su nivel ¡cinco metros! Y eso, justamente, es lo que está sucediendo con el calentamiento global. Lo grave no es el décimo de milímetro que ya subió el nivel de los mares, sino que seguimos sin entender que, de seguir con nuestros estúpidos hábitos antiecológicos, el daño será totalmente irreversible en unos cuantos años, incluyendo lo analizado arriba, en el sentido de que el calentamiento global, dará lugar, enseguida a un enfriamiento global.


Como puede observarse, son muchos los ominosos signos que evidencian calentamiento del planeta. Aún así, supuestos climatólogos todavía dicen que no hay por qué alarmarse, y desdeñan el que se haya formado un lago en el paralelo 90, mencionado arriba, que es algo que sucede “con frecuencia”, pero que “no nos damos cuenta”. Eso lo dice Claire Parkinson, de la agencia espacial Goddard Space Flight Center, cuyos satélites desde hace mucho vigilan la capa polar. También, en cuanto a las gaviotas que los turistas vieron, el señor John Bianchi, de la Sociedad Auborn, dice que las aguantadoras gaviotas son habitantes frecuentes del océano ártico, pues “donde haya agua – dice – habrá gaviotas”. Claro, seguramente están en complicidad con los gobiernos o las grandes corporaciones interesados en que estos problemas se oculten para que ellos sigan haciendo los grandes negocios contaminando y dilapidando los recursos naturales y el medio ambiente.

Un ejemplo de tal inconsciencia, así como de los efectos del calentamiento global, es lo que está sucediendo en la selva del Amazonas, en especial, la parte correspondiente a Brasil (TIME, septiembre 25, 2000). El ecologista Daniel Nepstad está intentando demostrar lo dañinas que son las carreteras asfaltadas que cruzan la selva. Está sometiendo una pequeña área del bosque a los efectos que produce la carretera. Con paneles plásticos, reproduce el asfalto. El resultado es que el plástico, al igual que el asfalto, no permite pasar humedad y los árboles se están secando y muriendo. Esto sucede a pesar de las lluvias: la tierra debajo de los paneles se mantiene relativamente seca, aunque el follaje se moje por la lluvia. Este experimento, llevado a cabo, conjuntamente, por el Woods Hole Research Center (Centro de investigaciones sobre la desaparición de los bosques) de EU y el Instituto amazónico para la investigación ambiental de Brasil, con un costo de $700,000 dólares, es con el fin de averiguar lo que sucede a la selva cuando se le somete a sequía, pues es justamente así que se generan las condiciones idóneas para los magnicidios selváticos, en donde, los árboles al secarse, la falta de humedad, las carreteras, el inapropiado uso del suelo por parte de los campesinos, la tala inmoderada... crean el ambiente excelente para los incendios forestales. De acuerdo con el actual experimento, destinado a evitar que se construya una nueva carretera, si ésta se hace, podría implicar un macroincendio de dimensiones gigantescas, de tal modo que una tercera parte de lo que queda de selva amazónica podría consumirse por las llamas. Esto podría suceder en unos pocos años o, peor, en unos cuantos meses. La pequeña área en donde los árboles están muriendo, es una fracción de lo que podría costar en la práctica: 150 millones de hectáreas, es decir, 1.5 millones de km², un área ¡tres veces la correspondiente a Francia! De acuerdo con Nepstad, “por primera vez, estamos viendo los ingredientes que marcan el principio del fin de la selva amazónica”. Como ya vimos arriba, el calentamiento global está disminuyendo la temporada lluviosa, y, con ello, la humedad. Súmese a ello la destrucción provocada por el hombre y, francamente, yo no veo ni 10 años adelante para la humanidad sin que los devastadores efectos de la destrucción ecológica provoquen millones de muertos. Cada año que pasa, hay menos humedad, especialmente cuando se produce el fenómeno climatológico El Niño, como en 1998, año en que, se recordará, padecimos en México una de las peores sequías de los años recientes, que destruyó 506,000 hectáreas de bosques. Hubo tanto humo por los incendios, que, aún fuera de la ciudad, en provincia, podían verse densas capas de aquél, como en las peores inversiones térmicas del D.F. En ese año, la selva amazónica perdió ¡4 millones de hectáreas debido a los incendios producidos por la sequía consecuencia de El Niño! Por el humo, hubo 700 muertos y 10,000 heridos, es decir, no sólo se afectan árboles, sino vidas humanas. El año pasado, en el estado noroccidental de Acre, la selva, de nuevo, se incendió. Y, de acuerdo con Nepstad, un tercio de la selva podría incendiarse si se concreta el proyecto de asfaltado de la carretera BR-163, que va de Cuiabá a Santarém, pues los caminos asfaltados incrementan bastante los riesgos de incendios y destrucción de la selva. Nepstad estima que un tercio de lo que resta de la selva amazónica sería vulnerable en el futuro cercano. El área deforestada sería tan grane, que cabrían en ella ¡Alaska y California juntas! Como ya indiqué, eso sería una consecuencia del calentamiento global y de la depredación civilizatoria del hombre que piensa que para modernizarse se necesita más asfalto y menos árboles. Dicho calentamiento contribuiría a agravar el fenómeno climatológico El Niño que, como se ha visto en las décadas pasadas, cada vez es más fuerte en sus devastadores efectos, más frecuente y de más duración, por lo que el próximo Niño no tardará en aparecer. Como señalé, dicho fenómeno fue responsable de los destructivos incendios forestales y selváticos que azotaron el planeta en 1998. Pero Nepstad señala que a ello contribuyó el propio hombre con su irracional tendencia a modificar el entorno natural con asfalto, tala inmoderada, “limpieza” de terrenos mediante el brutal método de rosa y siembra (éste, practicado por campesinos pobres, cuya pobreza es, precisamente, la causante de que actúen inconscientemente y por ignorancia de esa forma, con tal de tener un pedazo de tierra en donde sembrar maíz o frijoles). La tierra seca remanente en el fondo del pozo de prueba de Nepstad proporcionó una pista para conocer la naturaleza de esta catástrofe potencial. Los árboles de la selva absorben agua hasta una profundidad de 18 metros por debajo de la frágil superficie de la tierra. Durante sequías periódicas, tal como la ocasionada por El Niño de 1998, la vegetación rápidamente puede agotar esta agua subterránea, secando árboles y convirtiéndolos en antorchas potenciales. De esa manera, El Niño provee la leña, pero los humanos proporcionan el cerillo, pues la penetración de la gente a la selva, más que los relámpagos u otros fenómenos naturales, origina la mayoría de los masivos incendios, y dicha penetración va en aumento, junto con los brutales métodos de roza y quema para “limpiar” las tierras selváticas y emplearlas en la agricultura. Así, los incendios, la deforestación y los caminos constituyen la desdichada trinidad que está destruyendo la selva. En 1998, las autoridades brasileñas tuvieron que combatir enormes fuegos en los estados de Pará (en donde 40% de las selvas del sureste se incendiaron), Roraima y Mato Grosso. Muchos de los incendios se iniciaban cerca de caminos, justo en donde los pobladores podían rozar y quemar áreas selváticas a su alcance para sembrarlas después. Por eso fue que la única razón por la cual áreas selváticas más grandes de Tapajós no se consumieron por las llamas era que no existían caminos que las cruzaran. Esto es evidente si comparamos con las áreas boscosas que se incendiaron en México, en las cuales se trató, justamente, de áreas pobladas (muchas, criminalmente incendiadas por inescrupulosos especuladores de tierras, para venderlas después como lotes, según se investigó). Por desgracia para Tapajós se tiene programada construir la carretera BR-163, mencionada antes. Alrededor del mundo los científicos están comprobando, alarmados, que los caminos son la mejor manera de ocasionar incendios forestales. Por ejemplo, en la selva amazónica, aproximadamente un 75% de la deforestación ha sucedido dentro de los 50 km próximos a los caminos pavimentados. Y esto es entendible, si nos ponemos a considerar, no sólo el daño potencial de esos caminos, sino la tremenda cantidad de árboles que se talan durante su construcción, bajo el supuesto de que ellos y el pavimento, “representan progreso”. En los 26 años que transcurrieron después de que en 1965 se pavimentó la moderna autopista entre la ciudad amazona de Belém y Brasilia, 58% de los bosques desaparecieron dentro de una franja de 100 km a ambos lados del camino. La pavimentación de la carretera BR-364 entre la ciudad de Cuiabá en Mato Grosso y Porto Velho en Rondônia ocasionó la desaparición de un tercio del bosque que bordeaba dicha carretera en tan sólo quince años. Y ahora la amenaza de la autopista está llegando a esta parte de Pará. Los ministros brasileños de planeación y transportación, han olvidado o ignorado los incendios de 1998 y, sin consultar a la Secretaría del Medio Ambiente, han aprobado la pavimentación del último tramo de terracería del camino BR-163, el cual corre 1741 km al norte y al este de Campo Grande en Mato Grosso do Sul, hacia la ciudad de Santarém en Pará. La sección sin pavimentar tiene una longitud de 700 km y pasa junto al Bosque Nacional de Tapajós y continúa a través de millones de hectáreas de las más vulnerables partes de la selva. Nepstad dice “Los científicos brasileños le nombran a esta área el corredor de la sequía y se vuelve inflamable cuando El Niño lo afecta”. La terracería toma seis días en vehículo para cruzarse, sobre todo en la época lluviosa. Requeriría menos de un día recorrerla ya pavimentada. Y ese es justamente el problema, pues los principales promotores son grandes empresas agrícolas que ven a la selva sólo como un buen negocio y no como un pulmón mundial. Esos empresarios ven en esa ruta una manera más lucrativa de exportar soya, ya que, después de los Estados Unidos, Brasil es el segundo gran exportador mundial. Y, nada sorprendente, un consorcio estadounidense-brasileño planea construir un enorme sistema de muelles y carga en Santarém, el tranquilo puerto que está en la intersección de los ríos Tapajós y Amazonas, alejado 700 km del océano. Si se exportara a través de Santarém, les ahorraría a esos empresarios $1 dólar, dicen, por cada costal de soya de 30 kg. Como puede verse, todos esos trastornos ecológicos a la selva, y a los ríos, con el enorme puerto que quieran construir, es, simple y llanamente, para ahorrar un miserable dólar. A lo anterior, Nepstad argumenta que los costos para la selva eclipsarían esa pírrica ganancia, pues más gente habitaría el sitio y ello conllevaría más incendios. Además, el fuego llama al fuego en el Amazonas, pues los árboles muertos por el proceso de desecación que ocasionara la carretera, mencionado arriba, proveen el combustible para incendios sucesivos, además de que las áreas deforestadas son 12 C más calientes que el piso de selvático, el cual cuenta con una cubierta de hojas que bloquea y absorbe ¡el 99% de la luz solar! Esta razón explica por qué, aunque haga mucho calor, si nos colocamos bajo la sombra de los árboles, sentimos una gran frescura. Pero los grandes magnates no quieren eso, sólo quieren que su dinero produzca más, aunque ello signifique acabar con la selva. Pero si logran imponer su plan, pueden convertirse en víctimas de sus sueños de grandeza, contribuyendo a una larga sequía y a los incendios que ésta generará, pues destruyéndola se provoca que la selva deje de cumplir su parte dentro del ciclo hidrológico, ya que, mediante la evaporación, aquélla recicla 7 billones de toneladas de agua anualmente desde el suelo hacia la atmósfera, es decir, aproximadamente un 50% de toda la humedad que recibe de la lluvia. Una buena parte del vapor de agua es transportado por los vientos que rebotan en los Andes, y de ahí se dirigen hacia el sur, en donde se convierten en lluvia que riega regiones agrícolas en los estados sureños de Mato Grosso y Goiás, ambos, parte del granero brasileño. Si la selva se destruye en el norte del Amazonas, no habría lluvia en el sur. La posibilidad de una calamidad amenaza más que solamente árboles; como se ve, sería un verdadero desastre ecológico, no sólo para Brasil, sino para todo el mundo. Los efectos de los incendios en la selva son devastadores, como muestran las fotos satelitales captadas durante su destructiva acción y, como se mencionó arriba, la selva amazónica puede masacrarse más pronto de lo que los científicos habían pronosticado hace diez años. Por desgracia la causa más generalizada que origina los incendios son las prácticas de los campesinos pobres de roza y quema, justo como sucedió en México en 1998, pues esas bárbaras prácticas fueron las que principalmente originaron los incendios. Sin embargo, el suelo selvático no es buena tierra agrícola, ya que la llamada biomasa de la selva, es decir, el cuerpo genético en donde se concentra la mayor parte de la materia, se halla en los grandes árboles que son derribados y quemados. El terreno resultante es muy pobre y delgado, y por eso después de unas cuantas cosechas queda inservible, deslavado, quedando al descubierto las rocas subyacentes. Así, los campesinos se ven obligados a buscar más tierra, y otra vez a rozarla y a quemarla, lo que acelera brutalmente la destrucción de la selva. La tierra inservible la van vendiendo por irrisorias cantidades de dinero a los ganaderos, quienes buscan esos terrenos para sembrar pastos para criar a sus animales. De esa manera, la deforestación y la devastación continúan, y cuando las tierras ya no sirven ni para pastos, son abandonadas. ¡Existen actualmente alrededor de 550,000 km² de tierras deforestadas, yermas, y de ellas, una tercera parte ya se abandonó por inservible!… la receta perfecta para destruir el paraíso. Ha habido intentos por moldear la selva para fines agrícolas, sobre todo en las áreas deforestadas, como cuando se construyó la presa hidroeléctrica Samuel, a un lado de Porto Velho, en Rondônia. El terreno ahí es tan plano que cuando recién se inauguró la presa, inundó 46,500 hectáreas de selva, dejando como resultado una estela de árboles muertos que sobresalían de las aguas, además de crear el lugar perfecto para que se incubaran enjambres de mosquitos. Los árboles muertos y los mosquitos siguen ahí, pero ahora se habla de que la presa se está azolvando y de que el suministro de agua está disminuyendo, tal y como los expertos predijeron cuando se estaba construyendo. Esta es otra de las estupideces del ser humano, construir gigantescas presas para almacenar o generar electricidad, inundando grandes extensiones de tierra firme, sin medir, por supuesto, los daños a la ecología que esos cambios generarán. De seguir así, ese embalse se convertirá en un potencial peligro de incendio para la selva. A pesar de los intentos por evitar los incendios, cada año se producen y el daño que ocasionan es mucho mayor de lo que se piensa. Nepstad descubrió que existen fuegos que aunque no destruyen el follaje de los árboles, sí queman la vegetación que queda bajo esos árboles. Estas quemazones casi duplican la deforestación producida por la limpieza de las tierras. Nepstad estudió la dinámica de cómo los fuegos producidos durante la temporada de secas establecen las condiciones para futuros fuegos, aunque llueva. Durante el primer año de los problemas climatológicos provocados por El Niño, la vida vegetal de la selva absorberá toda el agua que se encuentra en los primeros cinco metros del subsuelo, y a menos que ocurran verdaderos diluvios – lo cual es cada vez menos probable – que lo recarguen, el déficit del agua no será superado la siguiente estación seca, así que el nivel del subsuelo disminuirá, bajando aún más, fuera del alcance del sistema de raíces selvático. A esa falta de agua, los árboles responden soltando hojas, lo cual ocasiona agujeros en el follaje; esas hojas son pasto para las llamas. La luz solar que penetra a través de esos agujeros y de los claros dejados por incendios anteriores completa la acción destructiva del fuego, quien ahora incinerará los grandes árboles que sobrevivieron incendios anteriores. Así, al caer los árboles gigantes, se deposita más combustible para las llamas, de tal manera que cada año los siniestros son más intensos. Por eso es que cada vez es más difícil controlarlos. Pero ante esto, véase que en lugar de adoptar medidas congruentes con el grado de peligrosidad que se ha creado en la selva, al contrario, se construyen caminos, se deforesta, se construyen presas… en fin, se convierte a la selva en una fácil presa de los incendios. Así, los efectos directos e indirectos del fuego, reducen la humedad, las lluvias, y crean las condiciones para peores siniestros, como se ve. La tierra aclarada suelta menos agua hacia los cielos que la boscosa, además de que el humo inhibe la precipitación pluvial, pues satura el aire con partículas muy pequeñas, cada una de las cuales puede servir para la formación de gotas de agua, pero estas gotas son demasiado ligeras para caer, no pesan como las gotas normales, según ha demostrado un estudio elaborado por David Rosenfeld, de la Universidad Jerusalén, en Israel. Así, esas gotas permanecen en el cielo, formando nubes estériles, aumentando considerablemente las condiciones para más incendios, más humo y mucho menos lluvia. Se recordará que en los grandes incendios de los bosques mexicanos en 1998 sucedió justamente lo descrito: la lluvia tardó mucho más en llegar a consecuencia de las llamas y el humo. Si el ciclo anterior se repite durante años, es decir, sequías, fuegos, humo, deforestación, la selva puede convertirse permanentemente en sabana, lo cual significa una brutal transformación del medio ambiente y los daños aún sin cuantificarse que la pérdida de ese ecosistema conlleva. Por lo pronto, eso se está sintiendo ya, justamente, al tener menos lluvias y humedad cada año que pasa, además de que la desaparición de las selvas y bosques contribuye a agravar el efecto invernadero, pues, como se sabe, las plantas y árboles contribuyen a absorber gases contaminantes y a producir oxígeno. Esto ocasiona ciclos agrícolas más cortos, sobre todo, para las tierras de temporal y, en consecuencia, menos alimentos… signos ominosos de que estamos creando las condiciones de autodestrucción. De acuerdo con Bruce Nelson, un ecologista que trabaja desde 1979 con el INPA, el Instituto Brasileño para el estudio del Amazonas, esa fue la manera en que los antiguos indios colombianos crearon la Gran Sabana en Venezuela, un área de 75,000 km² de pastos que se extiende por el sureste del país. Como evidencia, Nelson señala que, a diferencia de las tierras de pastos vecinas, formadas naturalmente, la Gran Sabana no cuenta, como éstas, con árboles resistentes al fuego, es decir, que los bosques incendiados repetidamente hace cientos de años han sido ¡permanentemente eliminados! Esto es grave, si nos ponemos a considerar los cientos de años que les tomó a las selvas formarse y que, por todo lo dicho, en cuestión de días acabemos con toda esa riqueza. Esto es justo lo que se aprecia si se conduce desde Porto Velho por la autopista BR-364. En 1989 muchas de las granjas existentes en el área estaban mezcladas con partes de selva; en la actualidad la tierra no es más que pastura, sobre la que se alimenta el ganado que ahí se cría, alrededor de 6 millones de cabezas ; a una hora de la ciudad se pueden ver una serie de ilegales limpias en la selva en lo que queda del bosque original. Los habitantes lo han invadido todo, incluso el derecho de vía de las líneas eléctricas que van por el bosque.
Esas invasiones son similares a las que ocurren en México, en las cuales un político oportunista ve la manera perfecta de allegarse votos, pues son ilegalmente auspiciadas y apoyadas por aquél, lo que aquí se conoce como paracaidismo, y que es el problema social que contribuye a aumentar la mancha urbana. Allá, aumenta, tristemente, el área deforestada, muerta, de lo que queda de selva.
El fenómeno descrito, caminos, invasiones ilegales, tala inmoderada, deforestación, incendios… es, justo, lo que Nepstad teme que sucederá de pavimentarse la ruta BR-163, sólo que esta vez las invasiones tendrán lugar en la zona más propensa al fuego de la densa selva tropical. Los árboles a lo largo del camino desaparecerían en un abrir y cerrar de ojos, pues un solo El Niño que afectara la región mediante una sequía podría lograrlo si el camino estuviera pavimentado y hubiera ya invasiones de gente. Si esto llegara a suceder, los científicos estiman que un solo incendio sería capaz de destruir ¡100,000 km² de selva!, más de la mitad de lo que se quemó en todo el Brasil durante 1998, como se señaló, uno de los peores años de la pasada década. Estamos hablando de un cuadrado de, aproximadamente, 317 km por lado, aproximadamente la distancia entre el DF y Córdoba, Ver.
Muchos medioambientalistas y funcionarios siguen intrigados en la actualidad por la manera tan rápida e irresponsable en que se aprobó la construcción del camino BR-364, mencionado antes, el cual es parte de la red de 6245 km de autopistas que, en aras del progreso, letanía tan familiar en nuestros desgraciados países subdesarrollados, ha planeado construir Avança (el organismo gubernamental encargado de la construcción de caminos) como parte del tan buscado desarrollo económico, otra retórica justificación a la brutal destrucción y sobreexplotación de los recursos naturales. Marina Silva, senadora federal, una de las pocas miembros del congreso con orientación medioambiental, dice que todo el plan se realizó prácticamente sin debate, al igual que la decisión de pavimentar la debatida BR-163, claro, como se hace aquí en México, que se permite a los grandes inversionistas destruir bosques, bahías, arrecifes, contaminar ríos, suelos… con tal de que nos traigan sus millones de dólares que, después, se llevarán con todo y las ganancias. Afortunadamente, la aprobación del proyecto al vapor no prosperó y, por el momento, está parado, mientras no se proporcionen los estudios de impacto ambiental que los conservacionistas y los opositores a la pavimentación demandan, sobre todo, con respecto a corrientes hidrológicas. Afortunadamente, la selva de ha salvado de una mayor destrucción gracias a que los grandes caminos proyectados desde hace tres décadas aún no se han pavimentado completamente o siguen siendo terracerías, como es el caso de la autopista Trans-amazónica, sin terminar. Podemos imaginarnos la destrucción que habría sufrido ya la selva de haberse completado todos los caminos. Nepstad afirma que una red de caminos locales, más modesta, podría funcionar y llenar las expectativas de crecimiento de los brasileños, pero seguramente no serían tan jugosas las ganancias de todos los implicados en la planeación y construcción de una autopista, empezando por los propios funcionarios. Hay algunos gobernadores que se preocupan por evitar, aunque sea en forma mínima, lo que ha sucedido en otras partes de Brasil. Por ejemplo, Jorge Viana, gobernador de Acre es uno de ellos. Aunque no está abiertamente en contra de la construcción de caminos (lo cual, como sabemos, es un suicidio para un político, pues se diría que está en contra del progreso), está llevando a cabo algunas acciones tendientes a depender menos de carreteras, tales, como la construcción de pequeños aeropuertos, para comunicar las regiones más remotas de la selva, además de que está promoviendo el transporte pluvial ya que en la región se cuenta con varios ríos navegables. También, está tratando de establecer una “economía forestal”, con la cual se puedan extraer beneficios económicos de los árboles sin destruirlos. Por ejemplo, se está construyendo una fábrica de condones que demandará látex de los productores locales, para que los árboles de hule se exploten en lugar de que se corten. Además, Viana y otros están buscando oportunidades de ganar dinero conservando los bosques, pues con éstos se evita, como señalé, que se agrave el efecto invernadero, ya que actúan como contenedores de carbono atmosférico, uno de los causantes del calentamiento, lo que no sucede cuando un bosque es destruido, pues en lugar de almacenar carbono, lo produce. Se estima que la cuenca amazónica desprende ¡entre 100 y 300 millones de carbono al año a la atmósfera como consecuencia de la deforestación, y que esa cantidad se duplica en las épocas en que los fuegos devastan la selva! Los acuerdos signados en Kyoto en 1998 para combatir la amenaza del cambio climático (acuerdos no firmados por Estados Unidos, evidentemente, por ser uno de los países, junto con sus industrias, más contaminantes y mayores productores de los gases invernadero, como señalo arriba), establecen una reducción de los gases invernadero –casi todos ellos compuestos del carbono, como el bióxido de carbono, el monóxido de carbono, el anhídrido carbónico, etc. – por debajo de los niveles existentes en 1990 (ya discutí antes que es absurdo que todavía se esté pensando en si se reducen o no los niveles, aún cuando las evidencias y efectos del calentamiento climático se están presentando ya).
Y como todo lo puede lograr el dinero, algunos han pensado que si se establecieran incentivos económicos para conservar los bosques intactos, podría lograrse algo. Los bosques vírgenes actúan como “secuestradores de carbono” (como se le llama en la jerga medioambientalista), y si se comprobara que algún estado o región contribuyera a su conservación para que absorbieran carbono, se les podría recompensar con pago (la idea no me parece adecuada, pero podría funcionar. De hecho, en Estados Unidos, desde hace algunos años existe un incentivo similar, que consiste en multar a los estados que producen más bióxido de azufre –principal causante de las lluvias ácidas– con un impuesto contaminante y en exentar de impuestos a los estados que producen bióxido de azufre en cantidad menor a los límites permisibles, dándoles la diferencia en forma de bonos de contaminación, que dichos estados pueden vender a los que contaminan más para que así éstos puedan hacerlo legalmente, es decir, paga más el que contamina más…¡háganme favor!). Por supuesto que la idea podría ser mal aprovechada por los vivales de siempre, quienes, con tal de obtener dinero por conservar el bosque podrían emprender supuestos programas de desarrollo que sólo detendrían si recibieran dinero (¿qué harían con el dinero?, me pregunto). Pero muchos consideran que no estaría mal hacerlo, sobre todo, que fuera una estrategia mundial, financiada por las naciones ricas, quienes son en gran parte responsables del ecocidio que estamos viviendo y que lo siguen fomentando con su empecinamiento por sostener un sistema económico tan destructivo como lo es el capitalismo, además de que serían igualmente afectadas, como todos los que habitamos este planeta, si la destrucción de los bosques y selvas continúa, como hasta ahora. Nepstad concluye que, aunque la decisión de construir el camino parece ser una cuestión local, podría, muy bien, contribuir a un desastre global. Quién sabe, tal vez en esta época de globalización, se busca que los problemas también se globalicen.


Ya mencioné antes que la bioingeniería está provocando alteraciones genéticas en las plantas y animales que rediseña, como el maíz Terminator, que puede provocar esterilidad en otras plantas. Sin embargo, ahora se le está aplicando, en particular, con la clonación, en un controvertido experimento para “rescatar” especies en peligro de extinción o para recrear las que ya se extinguieron (TIME, enero 8, 2001). El experimento consiste en dar vida a un gaur, una especie de büey salvaje que habita en la India, Bangladesh y Asia suroriental. A un gaur muerto se le extrajo una célula, la que contiene todo su DNA, es decir, su material genético. Luego, dicha célula se incrustó en una célula reproductiva, un cigoto, de una vaca, al que previamente se le extrajo su propio material genético. Mediante corriente eléctrica se logra la fusión de la célula del gaur con el cigoto de la vaca. El embrión así creado comienza a dividirse hasta que en el transcurso de diez días es 100 veces más grande. Entonces, es injertado en el útero de la madre subrrogada, es decir, la vaca. El proceso no es sencillo: se fertilizaron 692 cigotos de vacas, de los cuales sólo 81 se convirtieron en blastocitos, es decir, tuvieron el tamaño suficiente como para implantarse. De estos, 42 se insertaron en los úteros de 32 vacas, de las cuales sólo ocho se preñaron. Dos fetos se removieron para ser estudiados y de las vacas restantes, cinco abortaron naturalmente y sólo una, Bessie, aparentemente está desarrollando a su hijo sin problemas. Señalaba que esto es controvertido porque, según los críticos y especialistas, no se puede establecer qué tan normales los clones de un animal pueden resultar, sobre todo, en cuanto a las características de resistencia, salud y adaptación al medio ambiente, pues son producto, justamente, de la ingeniería genética. Es lógico pensarlo, pues hay demasiadas variaciones como para afirmar que se trata de la misma especie. Para empezar, las células originales se fertilizan dentro de una ajena, además de que la gestación se realiza en el organismo de un animal de una especie diferente. Sin embargo, la empresa responsable de la clonación del gaur, Advanced Cell Technologies, ACT, una pequeña firma biotecnológica con sede en Worcester, Massachusetts, EU, el procedimiento es justificable en el sentido de que, así, se pueden salvar de la extinción animales en peligro –o plantas– y volver a la vida a los ya desaparecidos. Por ejemplo, la empresa ya firmó un convenio con España para revivir al bucardo, un chivo montañés que habitaba los Pirineos. El último ejemplar murió hace un año, aplastado por un árbol, pero los científicos tuvieron el cuidado de remover una buena cantidad de sus células para clonarlo mediante la técnica descrita. También, las críticas se centran en la cuestión de que, en lugar de andar salvando las células de animales en peligro de desaparición o ya extintos, mejor se debería salvar su medio ambiente o eliminar desde ahora los peligros que amenazan su existencia. Estoy totalmente de acuerdo, pues la mayor parte de las especies que desaparecen es como consecuencia de que su hábitat fue brutalmente modificado por la acción humana, debido a la tala inmoderada, la urbanización, la caza excesiva e ilegal, la contaminación, la sobreexplotación de recursos, etcétera. Sí, no se trata de soluciones a medias porque, en el caso de los clones, incluso, puede suceder que ni siquiera sean capaces por sí mismos de reproducirse y que su constitución genética diste mucho de la original pues, repito, son producto de una manipulación humana, son artificiales. De todos modos es controvertido, en el sentido de que se logren recuperar especies ya extintas. Habría que ver, en el caso del bucardo, si verdaderamente se puede revivir, pero no bastaría con un solo ejemplar, sino que se necesitarían varios para que después, en efecto, pudieran auto reproducirse, porque no tendría caso estarlos clonando, en caso de esterilidad, ya que de esa forma no podrían habitar su ambiente original y quedarían como meras piezas de zoológicos. Me imagino que estos sitios se anunciarían como “Museos de animales extintos vivientes”. Probablemente esto, mostrarlos como fenómenos, y no como seres vivos realmente integrados a su hábitat original, sean las intenciones de empresas como ACT.

Todo esto de la ecología que hemos analizado, evidentemente, no se aísla del hecho capitalista de lograr la máxima eficiencia y la mayor utilidad posible. En todas las actividades humanas se aplican “tecnologías” tendientes a lograr esos dos aspectos. Así, muchas veces, en lugar de eficientizar determinada actividad, lo que el hombre hace es acarrearse una serie de problemas mucho más graves que sólo “incrementar la producción”.
Uno de tales problemas es el llamado “mal de las vacas locas”, como veremos (TIME, enero 29, 2001). Este mal, que en principio afectaba exclusivamente al ganado bovino, está afectando, también, al humano. En el hombre se caracteriza en un principio, por comportamientos cambiantes del carácter y torpeza, enseguida alucinaciones, movimientos corporales incontrolables y, finalmente, una demencia progresiva que destruye la mente, más o menos como sucede con el mal de Alzheimer, excepto porque el mal de “las vacas locas” puede afectar a cualquier edad. El origen de ello es la ingestión de la carne infectada de las reses que padecen el mal. Actualmente, éste afecta a toda Europa, amenazando con extenderse, gracias a nuestras globalizadas prácticas comerciales, a todo el mundo. La encefalopatía espongiforme bovina (BSE, por sus siglas en inglés, bovine spongiform encephalopathy) comenzó a mediados de los 80’s, atacando ganado inglés. Enseguida, sufrió una mutación y una cepa comenzó a atacar humanos. En Inglaterra han muerto 95 personas desde 1995. Y ya se brincó, debido al ganado inglés exportado, el Canal Inglés, y ahora 12 naciones europeas tienen infectado ya su ganado y ya se reportan enfermos. Italia confirmó sus primeros casos. En el 2000, España y Alemania fueron invadidas. De hecho, en Alemania, un puñado de funcionarios de salud debieron renunciar, en vista de que sus seguridades acerca de la salubridad del ganado germánico resultaron falsas. Y, para variar, Estados Unidos ya está en la fase de pánico. Aquí, por lo pronto, nuestras autoridades aseguran totalmente que ese mal no existe en ninguna de nuestras vacas, lo cual es de dudarse por la interconectividad que la globalización ha creado, sobre todo porque, al parecer, la fuente del mal es el tipo de alimentación que el ganado recibe – es una mezcla de granos “mejorados”, compuestos químicos y, ¡lo más grave!, restos “industrializados” de otras vacas, como veremos adelante.
Así, la Food and Drug Administration (FDA), recomendó que cualquiera que hubiera vivido en Francia, Portugal o Irlanda por un total de 10 años, a partir de 1980, se le prohibiera donar sangre (en el 2000, se adoptaron reglas que excluían como donadores a cualquiera que hubiera vivido en Inglaterra por seis meses entre 1980 y 1986). Incluso, la Cruz Roja Norteamericana urgió a la FDA a aplicar la regla de los seis meses a cualquiera de Europa Occidental – lo cual disminuiría a los donadores en 5% más o menos – aún cuando no existe evidencia de que el mal pueda transmitirse por la sangre, en primer lugar.
Aunque, aparentemente esa precaución no es necesaria, se ha adoptado en EU como una forma preventiva de evitar la propagación del mal. Ya desde los años 50’s, los EU prohibieron la importación de borregos y chivos británicos, pues un rebaño de borregos tenía un mal cerebral degenerativo llamado scrapie. Este mal es inofensivo a los humanos y, generalmente, inofensivo también para el ganado. Y he aquí donde las complicaciones señaladas arriba comienzan, pues a algún estúpido eficientista se le ocurrió darles de comer a la vacas los restos de borregos, aplicando la máxima de los negocios de aprovechar hasta la basura. Los científicos creen que fueron restos de borregos con el mal los que se procesaron, pero que, además, era una mutación inusual de aquél, lo que de alguna manera infectó a las vacas. Yo no diría de alguna manera, sino que, evidentemente, si se comenzó alimentar a las vacas con borregos, es decir, se les indujo al canibalismo, se crearon las condiciones biológicas para inducir una degeneración física y metabólica de los bovinos, quienes hasta ese momento, por su naturaleza herbívora, sólo habían comido pasto, cereales, hierbas… pero, además, se les alimentó con restos de borregos enfermos. Supóngase, como analogía, que se nos alimentara con humanos procesados que hubieran muerto de SIDA o de Alzheimer, mezclados con frijoles, por ejemplo. Seguramente provocaría una serie de males sobre los que no tendríamos ningún control, los cuales, ya desatados, serían incurables. Como dice Eduardo Galeano: “Mientras comían pasto o alfalfa, durante miles de años, las vacas se habían comportado con una cordura ejemplar y habían aceptado, resignadas, su destino. Así fue, hasta que el loco sistema que nos rige decidió obligarlas al canibalismo. Las vacas comieron vacas, engordaron más, brindaron a la humanidad más carne y más leche, fueron felicitadas por sus dueños y aplaudidas por el mercado – y se volvieron locas de remate. El asunto dio origen a muchos chistes, hasta que empezó a morir gente. Un muerto, diez, veinte, cien…” (La Jornada, febrero 10, 2001, sub. mío). Es que la humanidad no parece entender lo peligroso que es alterar así a la naturaleza, induciendo hábitos contrarios a los patrones biológicos y cambios genéticos de los seres vivos, incluyendo al hombre (véase mi ensayo “Drogas y males del futuro en Drogas Del Futuro.Doc), sobre todo, ahora que ya se está interfiriendo con el DNA y la clonación.
Pues bien, la mutación de la deformación cerebral de los borregos que infectó a las vacas, rebautizada como BSE, empezó a manifestarse en los rebaños ingleses durante los 80’s, llegando a afectar con el tiempo hasta 200,000 animales. Para 1995, los primeros casos aparecieron en humanos. El mal fue rebautizado, otra vez, como “una nueva variante del mal de Creutzfeldt-Jakob” (VCJD, por sus siglas en inglés), puesto que se parecía a una enfermedad ya existente, cuyas causas se desconocían. Dicho nuevo mal, fue probablemente causado por ingerir carne de res que contenía tejido cerebral o espinal de las vacas locas, puesto que los casos humanos, invariablemente, se dieron en países con los problemas de BSE. Y, aquí vale una reflexión, en el sentido de que, quizá, gracias a que muchas de nuestras vacas se alimentan todavía de manera natural, nos hemos salvado del mal de las vacas locas, lo que no sucede en los grandes países industrializados, pues, justamente, por sus deseos de acabar con lo natural, con lo salvaje, están sufriendo este tipo de problemas.
En fin, como EU limitó la entrada de vacas inglesas durante los 80’s –entraron menos de 500– y, cuando mucho, 32 fueron a parar a la cadena alimenticia, existe la posibilidad de que el mal, efectivamente, se haya controlado y no se haya propagado en ese país… aunque, como señalé, en la globalización todo es probable. También, prohibe la importación de vacas vivas y borregos, así como de productos animales y de proteínas animales procesadas. Aparentemente, aún no se ha manifestado el mal en ninguna res de EU…aparentemente.
Los científicos tampoco están seguros de cómo, exactamente, se origina el mal. El investigador Michael Scott, biólogo molecular de la Universidad de California, establecida en San Francisco, está convencido de que no lo provoca un virus o una bacteria, como se cree, sino una proteína maligna denominada prion, que son proteínas que, repentinamente, cambian de forma e inducen dicho cambio en el resto de las proteínas normales. Este cambio ocasiona que la estructura normal del cerebro se convierta en una especie de esponja, pues se hincha y se llena de agujeros, de ahí el nombre de espongiforme. Los priones no pueden detectarse con pruebas de tejido o de sangre. Sólo se pueden descubrir una vez que han ocasionado sus letales efectos en el cerebro, y eso sólo mediante autopsia. Además, ni cocinando y ni radiando la carne infectada pueden ser destruidos. Así que si el BSE logra penetrar las existencias alimenticias de, digamos, EU, puede ocasionar algunas muertes antes de que logre detenerse. Por eso se volvió más rígida la prohibición de importar carne de Europa o la cuestión de impedir la donación de sangre de personas que hayan vivido cierto tiempo en Europa (aunque, en esto, los expertos sospechan que la falta de donadores puede costar, a la larga, más vidas que las que se podrían salvar). Por otro lado, se considera que la transmisión directa de una persona a otra es sumamente remota.
Sin embargo, si, como se supone, el mal se generó primero espontáneamente en los borregos, lo mismo puede suceder en cualquier parte del mundo con cualquier especie. Y, más bien, pienso que esa espontaneidad natural del mal es debida a tantos factores que la contaminación y el desequilibrio ecológico han provocado en la naturaleza (por ejemplo, el uso de insecticidas, herbicidas, fertilizantes, etcétera, y su propagación en el medio ambiente). En EU las autoridades descubrieron que el alce, en los estados occidentales, sufre de un desorden por priones, llamado mal de desgaste crónico, que provoca severa pérdida de peso y ligereza. Cuando tejido contaminado de los alces se inyectó, en pruebas de laboratorio, en el cerebro de vacas, éstas, también, desarrollaron el mal (aunque vacas a las que ¡se les hizo comer carne de alce no lo desarrollaron! Aquí, cuestionaría la ética de este tipo de experimentos, aún en nombre de la ciencia, pues, de nuevo, se induce al canibalismo a las vacas). Por esa razón la FDA dejó en el aire la cuestión de si el venado, bastante relacionado al alce, podría convertirse en un peligro para los comedores de venado. “Tenemos que estar al pendiente”, dijo Linda Detewiler, coordinadora de la vigilancia del BSE del Departamento de Agricultura de EU.
Por lo pronto, si algo sirve de consuelo a los males provocados por la negligencia y la soberbia humanas, algunos estudios indican que puede haber susceptibilidad genética para adquirir el mal, es decir, quien ingiera carne infectada y sea susceptiblemente genético puede desarrollar el mal. Pero, de nuevo, esto nos lleva a pensar que esa susceptibilidad genética se ha generado por todo el desequilibrio que la contaminación y la destrucción de la naturaleza han provocado el “progreso y la civilización humanas”. A fin de cuentas, no sólo los animales, sino, muy pronto, el ser humano comenzará a degenerarse físicamente debido a tales cambios.
Para terminar de complicar las cosas una epidemia de fiebre aftosa está matando miles de reses en Inglaterra (La Jornada, marzo 5, 2001). Ya hay 69 regiones en donde se ha detectado la enfermedad, bueno, hasta en la granja propiedad del príncipe Carlos ya se detectó el mal. Hasta el 4 de marzo del año 2001, se habían sacrificado más de 50,000 reses, en un intento por controlar esa peste, que aunque no ataca a los humanos –hasta ahora, solamente en Inglaterra se ha detectado un enfermo en 1966, pero habrá que ver después, con todas las mutaciones que están experimentando las bacterias y los virus si la enfermedad no se propaga entre los humanos– y mata a pocos animales, les provoca a éstos una severa pérdida de peso.
La crisis, aseguran los granjeros, les costará alrededor de $30 millones de dólares a la semana, debido a que los animales se están incinerando. Y, justamente, surge esta enfermedad cuando todavía no está controlado el otro mal, ese sí mortal, de las “vacas locas”. Europa continental ya prohibió todo tipo de importaciones de origen animal. En las fronteras, los turistas son desinfectados, así como los vehículos y todo lo que las cruce. Ningún tipo de animal puede cruzar, ni sus derivados. Al parecer, la enfermedad se originó en la granja Burnside, en Northumberland, al norte de Inglaterra, en puercos que, se presume, fueron alimentados con los restos de desayunos escolares, los cuales, se cree, contenían carne contaminada –como señalé, el factor humano complicando más las cosas– con la fiebre aftosa, ocasionada ésta por la variante pan-Asiática del virus tipo “O”, altamente contagioso –como se ve, la necedad de alimentar a los animales con carne, hacerlos caníbales, así como en la enfermedad de las vacas locas, fue otra vez el factor de contagio. Esos marranos contaminaron de esa enfermedad, la cual se transmite por el aire, a su vez, a borregos y reses de una granja cercana. Éstos animales fueron mandados al mercado Hexham, en donde el granjero William Cleave los compra y lleva a los borregos a vender a otro mercado en Cumbria, antes de mandarlos a Highampton, en el sur de Inglaterra, en donde el señor tiene otra granja. En ésta, los borregos infectados contagiaron al ganado. Parte de los borregos enfermos fueron mandados a un rastro; otros, fueron comprados por una granja en Herefordshire; el resto, son llevados a un mercado en Northhampton, ocasionando más brotes. Por si fuera poco, Cleave llevó 348 borregos al puerto de Dover, de donde fueron llevados en un ferry a Alemania. Como se ve, aparte de que el virus se transmite vía aérea, así como la gripa, por ejemplo, las prácticas comerciales de fronteras abiertas que existen en Europa han agravado el problema, pues los alimentos circulan libremente, como cualquier otra mercancía, y ya no se inspeccionan. Aunque existía una vacuna contra la fiebre aftosa, se descontinuó su aplicación en 1990, cuando Europa generalizó la estrategia inglesa de destruir al ganado infectado al momento de ser detectada la enfermedad. Por otra parte, decían que era difícil establecer si los anticuerpos del animal eran ocasionados por la vacuna o por la enfermedad, además de que los animales vacunados, de todos modos podían acarrear vivos a los virus hasta dos años después de la vacuna, y de que se tiene que reinocularlos cada seis meses, probablemente porque, en este caso, el virus no es único, sino que existen siete tipos y 60 subtipos de gérmenes provocadores del mal (sería algo así como una gripa, que nos da toda la vida, pues hay 200 virus conocidos que la ocasionan). Así, los animales que se vendían para exportación eran rechazados por los compradores porque éstos creían que estaban infectados, como consecuencia de las vacunas. Por tanto, por meras razones económicas, se dejó de vacunarlos para no perder clientes, pues los vendedores debían de esperar hasta que la vacuna actuara. Ya, si salían infectados, era más barato matarlos, que prevenirles la enfermedad (los productores alegan, en su favor, que de todos modos, el 90% de animales que se salva de morir por la fiebre aftosa, nunca recupera su fortaleza y son inútiles comercialmente hablando. Como siempre, el interés monetario por delante). Véase, pues, la falta de ética. Lo importante es vender, sin importar la salud de los humanos. Pero por esa falta de ética Europa, de nueva cuenta, está lidiando con la enfermedad y no pueden predecirse los alcances que en esta ocasión el mal tendrá. Lo más probable es que se termine naturalmente, es decir, cuando el virus cumpla su ciclo reproductivo, así como cuando en la antigüedad se controlaban por sí solas las epidemias, después de que habían matado a cientos de personas, como la letal peste negra, que azotó a la Europa medieval del siglo 14 (una elocuente imagen de ese periodo puede verse en la película El séptimo sello, del director Ingmar Bergman). Irónicamente, todas las medidas tomadas en Europa para prevenir brotes, como la limitación de rastros para que los animales no se contagiaran, ha tenido el efecto de que ahora aquéllos viajan distancias más largas, evidentemente sin inspección y, por eso, el virus se propaga más fácilmente. Además, la Unión Europea ordena que, justo por los viajes tan largos, como medida sanitaria, el ganado sea sacado de los vagones y puesto a pastar, para que los animales estiren sus piernas y, de paso, rieguen el mal. También, como señalamos, el libre mercado y la necesidad de ahorrar en gastos y lograr una producción, transportación, sacrificio y distribución más eficientes de los animales, ha ocasionado que las grandes cadenas de supermercados y las que controlan la mayoría del mercado al menudeo, hacinen al ganado en los lugares de venta y en los rastros, incrementando peligrosamente la incubación de infecciones y el riesgo de contagio por el calor generado por tanto animal junto. Si a esto se agrega la demanda incrementada debido a la globalización, que ha crecido un 9% anual durante la década pasada –esto, gracias a los tratados de libre comercio, de los cuales se benefician sólo los países ricos, quienes los han impuesto–, la producción de carne alcanza, como consecuencia, niveles industriales en donde a los animales se les maneja igual que a metros de tela destinados a confeccionar vestidos, y no se toma en cuenta que, como seres vivos que son, están expuestos a problemas como las enfermedades de las que hemos dado cuenta arriba. Los granjeros ingleses culpan al gobierno por la política de importar carne de países pobres, tales como Brasil, Botswana o Argentina, como la causa de la fiebre aftosa, pero, como señalé, es el resultado, en todo caso, de las mismas prácticas de alimentar al ganado con carne y tratarlo como tela. Finalmente, esos granjeros, equivalentes, digamos, a nuestros campesinos, son víctimas de la tendencia de la apropiación del campo por grandes empresas agroindustriales que aplican las mismas prácticas intensivas de explotación en el campo que las que aplican en la industria: la ley del menor esfuerzo, la mayor eficiencia y la óptima ganancia. Por ejemplo, en Francia, 80% de los subsidios otorgados por la Política de agricultura común, CAP (por sus siglas en inglés, Common Agricultural Policy) se aplican únicamente al 20% de las granjas, evidentemente muy grandes granjas. Y, en general, el 40% de los recursos del CAP se gastan en 1 o 2% de la población. Por eso, muchos funcionarios del CAP están pugnando por una ecoagricultura, en la cual, los productos se obtengan orgánicamente, sin fertilizantes, ni agroquímicos, como herbicidas, pesticidas, y que los animales sean alimentados con pastos, hierbas… nada de canibalismo, tal y como ya muchos campesinos mexicanos y latinoamericanos están volviendo a hacer (caso concreto, el café orgánico de Chiapas). Pero países como Francia son reticentes a los cambios, y continúan apoyando con fuertes subsidios a los grandes agronegocios. Además, no siempre lo natural previene las enfermedades –por ejemplo, la epidemia ocurrida en 1967 en Inglaterra, se dio cuando la mayoría de la agricultura la practicaban pequeños comerciantes–, pero, seguramente, no han de ser tan severas como el mal de las vacas locas. Por otro lado, los consumidores tienden a discriminar los productos naturales, por ser más caros, así que se necesitaría reeducar a la gente para que se diera cuenta de que, si no regresamos a lo natural, lo ecológico, nuestro tiempo como especie en la tierra, estará contado. Pero, claro, el ávido consumo de carne en Inglaterra, a pesar de cuantos males puedan afectar a los animales, tiene que satisfacerse, así que las grandes cadenas de supermercados están buscando sustituto a la carne de los granjeros ingleses, no importa de dónde venga, con tal de que “esté saludable y sea comestible”, aunque ello signifique sacrificar a esos granjeros manteniéndolos en cuaresma y obligándolos a matar e incinerar a sus animales. “Business as usual”, los negocios van como de costumbre, debe de ser su lema.
La fiebre aftosa se identificó por primera vez en 1897, y casi se ha eliminado de América del Norte y Central, Australia, Nueva Zelanda y Japón. En los EU, el virus se reportó por última vez en 1929; en 1952, se reportó en Canadá y en 1954 en México. Su presencia es rara en Europa, pero el mal persiste en Sudamérica, Asia y África. Algunas de las mayores epidemias han sido las siguientes:
1967, Inglaterra. La última de las grandes epidemias, previa a la actual, se ubicó en Cheshire, Shropshire y Gales. Un total de 440,000 animales fueron destruidos y cientos de empleos se perdieron. Los costos totales en dólares actuales, incluyendo compensaciones y ventas perdidas: $2300 millones de dólares.
1981, Francia e Inglaterra. Animales importados pudieron llevar el virus a una granja de marranos bretona. De ahí, se propagó a varios depósitos de ganado en Inglaterra y luego, aparentemente, los vientos lo llevaron a las costas de Normandía. También el viento pudo haberlo transportado a Guemsey y a la isla de Wight. Las autoridades francesas ordenaron la destrucción de 15,000 animales.
1996, los Balcanes. El mal devastó la región, con numerosos casos confirmados en Macedonia, la república federal yugoslava, Albania y Turquía. No hubo acuerdo acerca del origen de la epidemia.
1997, Taiwan. El virus fue hallado en una granja porcícola cerca de la ciudad portuaria de Hsinchu, y eventualmente se propagó a más de 6,000 granjas. Sólo fueron afectados cerdos. En Taiwan, previamente, la fiebre aftosa se detectó en 1913-1914 y 1924-1929.
2000, Corea. Alrededor de 800 cabezas de ganado fueron destruidas después de un brote en el condado de Hongseong. Un programa emergente de vacunación y una zona de protección de 10 km alrededor de las granjas infectadas, logro contener exitosamente el virus.
2000, Grecia. Este brote comenzó en el estado nororiental de Evros. Al menos, 7,000 animales fueron sacrificados, y el desplazamiento de ganado entre las provincias fue prohibido. La exportación de animales de Grecia a otros países de la Unión Europea, así como a Turquía y a Bulgaria, fueron prohibidos.
2000, Sudáfrica. En septiembre de ese año, el mal se hizo presente en Camperdown, en las tierras centrales de KwaZulu-Natal, transmitidos, probablemente, de la costa oriental del pueblo porteño de Durban. Más de 5,000 animales se destruyeron y una moratoria de toda la carne de Sudáfrica se impuso en 20 países.
2001, Swazilandia. Un brote en un rastro al occidente del país se propagó a los rebaños de la región norteña de Hhohho. Unas 1500 cabezas de ganado infectadas fueron sacrificadas y unas 89,000 reses y 57,000 chivos fueron vacunados como precaución.
Como se ve, creo que es más barato regresar a la vacuna, aunque se reinocule a los animales, y tener prácticas de crianza y alimentación del ganado más orgánicas. Se podría ahorrar mucho dinero, justo lo que más les interesa a los agroindustriales.
En la actual epidemia de Aftosa, Francia y Bélgica ya reportaron los primeros casos, y seguramente que se propagará a otras partes. Al momento de escribir estas líneas (15 de marzo, 2001), hay noticias de que la enfermedad ya se está presentando en Arabia Saudita, un país que, como sólo produce petróleo, importa casi todo, incluyendo sus alimentos. Es curioso que ese tipo de enfermedades –así como la de las vacas locas– ocurran, con mayor frecuencia, en los países “desarrollados”, lo cual llevaría a establecer la hipótesis de que es debido a todos los cambios que han estado induciendo voluntaria o involuntariamente, con su tecnologías, en la naturaleza. En el caso de los animales, tantas hormonas de “crecimiento”, inseminación artificial, químicos en los alimentos, herbicidas y pesticidas en los pastos, canibalismo… además de la contaminación medioambiental generada por sus industrias –el smog, el drenaje que se arroja en los ríos y mares, las sustancias corrosivas arrojadas al aire, al suelo y al agua, etcétera– y el calentamiento del planeta por el efecto invernadero, seguramente han creado las condiciones para que esas enfermedades surjan y se propaguen tan fácilmente. Por ejemplo, en los casos recientes de epidemias entre poblaciones de animales sanos de distintas especies, ha sido el clima anormalmente cálido el que ha provocado desnutrición, debilitado el sistema inmunológico de dichos animales y aumentado la reproducción de distintos virus. Como señala Paul Epstein, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública de Harvard (TIME, julio 8, 1996), una vez que los microbios que ordinariamente son benignos bajo condiciones ecológicas normales, invaden a los animales debilitados, se pueden volver suficientemente mortales como para invadir poblaciones sanas. Y la verdadera amenaza, tanto para la gente, como para los animales, puede no ser una sola enfermedad, sino varios males provocados por ejércitos de surgientes, fortalecidos microbios y virus, llevando casi a la aniquilación a cientos de miles de humanos y animales de diferentes especies. De hecho, existen 30 males infecciosos, incluyendo el SIDA, surgidos desde 1973, que antes eran desconocidos (TIME, febrero 19, 2001). Es decir, los cambios y trastornos ecológicos que estamos ocasionando, están creando una respuesta natural ante un depredador como el hombre. La naturaleza, en su intento por defenderse, crea nuevos males contra los que, pronto, no habrá cura alguna
Y, mejor, dejemos de ser carnívoros y retornemos a nuestra condición original de herbívoros… es más sano…

Y es tan fácil modificar genéticamente los organismos que, muy pronto, se van a generar males mucho más terribles que los mencionados. Por ejemplo, en Australia, en la Universidad Nacional Australiana, los científicos pensaban desarrollar un compuesto derivado del virus causante de la viruela del ratón para controlar la fertilidad de los ratones y, así, reducir su reproducción (TIME, febrero 12, 2001). Sin embargo, en lugar de ello, concibieron un terrible virus que, en cuestión de horas devastó el sistema inmune de los ratones a los que se les inyectó. La idea original consistió en equipar al virus de la viruela con un gen de la interleukina-4, que es una proteína que incrementa la respuesta inmunológica del organismo. Pensaban que el sistema inmune del ratón se volvería hiperactivo, atacando los cigotos de las hembras, dejándolas, por tanto, estériles. En lugar de ello, los sistemas inmunes fueron devastados, es decir, fue una especie de SIDA ratonil lo que lograron. Además, el virus artificialmente modificado mediante ingeniería genética, proliferó muy rápidamente, matando o, en el menor de los casos, incapacitando a ratones que, incluso, habían sido vacunados contra la viruela. Lo que este estúpido “experimento” muestra es la facilidad para crear, como ya señalé, males o enfermedades sobre las cuales no estemos preparados para combatir. No sería absurdo pensar que enfermedades como el SIDA hayan sido creadas así. Por eso, insisto, la modificación artificial de un organismo es algo con lo que el hombre está experimentando sin saber las implicaciones que esa alteración tendrá en el futuro, ni los problemas a que dará lugar. Por ejemplo, los alimentos transgénicos, mencionados arriba, tales como el maíz terminator, que está contaminando los campos aledaños en donde se siembra con polen transgénico estéril, como se señaló, puede convertir en estériles a otros cultivos y, en último de los casos, lo más grave, dejar estériles a todas las plantas. Los científicos alarmados –con toda razón, en vista de la monstruosidad que habían creado– hicieron un llamado en el Boletín de virología para reforzar el tratado mundial que prohibe la guerra bacteriológica. Claro, lo hicieron porque sería sumamente peligroso jugar con este tipo de experimentos, en los que se crean gérmenes tan letales. Tanta gente que hay sin escrúpulos… habrá que ver si entre esos científicos australianos no hay alguno, justamente, sin escrúpulos que quiera sacar ventaja de su terrible creación y quiera sacar provecho vendiéndosela a algún grupo terrorista para que con ella siembre el terror.
El siguiente ejemplo de “ingeniería genética” es, por demás, aberrante y da cuenta de la falta total de ética de quienes hacen esos experimentos. Desde hace más de un siglo, se ha estudiado la tela de la araña, que es de seda, muy resistente, pues en comparación con materiales como el acero, es mucho más fuerte, más dura que el kevlar y más elástica que el nylon. Por eso, se han tratado de copiar esas propiedades tratando de hacer telaraña sintética y no es de extrañar que el que más interesado esté en su desarrollo sea el Pentágono, el organismo encargado del aparato militar de los Estados Unidos. Como siempre sucede, la finalidad principal es para ver cuáles serían las aplicaciones de la seda arácnida en cuestiones militares, no en civiles. Los bioingenieros están centrados en desarrollar la seda con la cual las arañas construyen su telaraña. Así, los laboratorios encargados del proyecto de la fabricación industrial de dicha seda, la empresa Nexia Biotechnologies, ubicada en Vaudreuil-Dorion, Quebec, y la Dirección Biológica y Química de la armada de EU, ubicada en Natick, Massachusetts, se congratularon (TIME, enero 28, 2002)de haber obtenido seda sintética de araña con la cual, señalan, podrían fabricarse mejores chalecos antibalas. De acuerdo con el presidente de Nexia, el señor Jeffrey Turner, el “gran invento” sería el equivalente al “cáliz sagrado bíblico”. Resulta que como con la producción de las arañas no sería posible obtener la seda en grandes cantidades, al menos no en las que se requerirían para hacer, por ejemplo, miles de chalecos antibalas, los “éticos” científicos primero insertaron genes de dos de las mejores arañas productoras de seda, la araña dorada y la araña de jardín europea, en las glándulas mamarias de vacas y en las células renales de hamsters. Así, gracias a esa aberración, se obtuvieron proteínas similares a la seda, que se extrajeron de los animales alterados mediante jeringas. El resultado fueron unos filamentos que se bautizaron con el nombre patentizado – la absurda tendencia de patentar hasta a la naturaleza – de BioSteel, y que se parecen bastante a la seda arácnida, pero, para desgracia de sus fabricantes, resultaron sólo entre un 20 a 30% tan fuertes con respecto a la seda auténtica. Dice Turner que eso se ha de haber debido a que “se perdieron algunos genes importantes o que no se insertaron como era correcto”. No conformes con ese frankensteiniano experimento, los bioingenieros – esto sí resultó pavoroso, como veremos – decidieron insertar genes de la araña dorada en embriones de chivos. Los primeros chivos aracnoideos nacieron en 1999. Estos desafortunados animales, productos, como dije antes, de una ciencia irresponsable, inmoral y guiada solamente por la sed de grandes ganancias, tienen un aspecto grotesco: largas patas, más de lo normal, cabezas deformadas y una pelambre que recuerda a la de una araña: pinta, gruesa, pilosa, vaya, los chivos están peludos, a la manera de la araña con que fueron diseñados. Los pobres animales serán destinados a la producción de leche sedosa, es decir, que se ordeñaran para que produzcan una leche que, por provenir de genes arácnidos, será en su estructura similar a la telaraña – de hecho, las arañas producen su seda mediante proteínas secretadas por glándulas que tienen en su abdomen y ensambladas en fibras de un décimo de espesor en relación a un cabello humano – y con esa leche esos “constructivos” bioingenieros esperan, ahora sí, producir filamentos de seda prácticamente idénticos a la original. En unos cuantos meses los chivos-araña hembras, se espera que ya produzcan leche con la cual, según Turner, podrán fabricarse productos de seda arácnida, los cuales estarían en el mercado durante el 2004. Como señalo, no hay ningún fin aquí verdaderamente científico, que en verdad ayudara a resolver tantos apremiantes problemas que tenemos, no. Sólo es la ciencia con fines de lucro, irresponsable, frankensteiniana. Porque, imaginemos, que pasará con esa nueva especie de chivos-araña, si se llegaran a escapar algunos por un descuido o si, de repente, se perdiera el interés en ellos porque se hallara una forma menos inmoral de fabricar seda arácnida, qué va a suceder con esa nueva especia artificialmente creada. Y, sobre todo, cuál será la respuesta natural a esta nueva aberración humana, qué peligros podría representar para el hombre la reacción de la Naturaleza ante este desacato que, en último de los casos, podría ser usado en nuestra contra. No sé, se me ocurre pensar que se desarrollara una nueva enfermedad causada por un nuevo virus, gestado por esos bioorganismos alterados, sobre todo, si se decidiera, como se acostumbra hacer, que también son comestibles y que se les pudieran vender a los países subdesarrollados en caso de que se reprodujeran demasiado, así como ahora nos venden el maíz genéticamente alterado mencionado antes. Pero, claro, en eso no piensan los “ingeniosos” bioingenieros, no, sólo en las considertables ganancias que su “gran invención” les vaya a brindar. Por supuesto que esos chivos-araña, ya están patentados… sí, el hombre usurpando, en su soberbia, las funciones de la Naturaleza.
Y tomando como pretexto la búsqueda de curas para las, hasta ahora, incurables enfermedades de los eres humanos, los científicos siguen creando criaturas alteradas genéticamente, como la anterior, cuyo destino final o consecuencias futuras, nadie podrá ser capaz de predecir y, mucho menos, evitar. Cerca de la localidad de Beaverton, Oregon, EU, en el Centro Regional de Oregon para la Investigación con Primates, un grupo de “éticos” científicos coordinados por el doctor Gerald Schatten decidieron manipular los genes del mono de la especie rhesus, un primate, a decir de los científicos, bastante similar al ser humano en su fisiología. Ésta característica lo vuelve, según Schatten, ideal para la manipulación de sus genes, a los cuales se les inocularían, por ejemplo, genes causantes de enfermedades humanas, tales como cáncer, Alzheimer, diabetes, en fin, la enfermedad que fuera, para hallar una “cura” experimentando con los pobres animales. Como vemos, se sigue con la tendencia de jugar con la naturaleza, pues nadie asegura que el animal, una vez inoculada la enfermedad “deseada”, realmente la desarrolle y no, más bien, dé lugar a otro mal mucho muy distinto e incurable, peor que el mal original. Claro, estas consideraciones salen sobrando para el equipo de científicos, quienes tienen todo un conjunto de primates para sus aberrante experimentos, encerrados a las afueras del laboratorio. Pues bien, hace poco lograron lo que consideran un “gran éxito”: ¡un primate que brilla! Esos señores tomaron el gen causante de la luminosidad de la medusa y lo injertaron en varios óvulos del mono rhesus. Para ello, emplearon como transmisor a un virus debilitado, quien, habilitado con el gen luminoso, “infectó” varios óvulos de primate que se fecundaron con esperma del rhesus. Luego, 40 de esos óvulos, los más “saludables” fueron injertados en las matrices de 20 rhesus hembras, de lo cual, sólo 5 lograron preñarse. Finalmente, nada más tres monos recién nacidos lograron sobrevivir y únicamente uno de ellos resultó portador del gen luminoso, que se bautizó con el nombre de ANDi (anacronismo invertido de “inserted DNA”, o sea, ADN insertado). A pesar de tantos esfuerzos, ANDi, el pequeño rhesus, aún no “brilla”. Schatten cree que será en unos años, cuando el gen “madure”, que el primate pueda “brillar”. Dice que, de todos modos, la prueba es todo un “éxito”, pues ello implica que se podrá hacer lo mismo con genes causantes de enfermedades. Así, los primates genéticamente enfermados se someterán a inhumanos experimentos para hallar “humanas curas”. Sin embargo, aún no tiene muy claro si, una vez alterado genéticamente un animal, éste podrá transmitir esa mutación genética a su descendencia. Dicen que es vital saberlo, pues eso se podría aplicar a un ser humano, en caso de que, como se espera hacer en el futuro, se le elimine un gen causante de cáncer, por ejemplo, y si sus hijos nacerán ya sin ese gen. Es la primera vez que los científicos realizan una mutación en primates, pero antes ya lo habían ensayado con ratas, conejos y otras especies menores y todos emiten un “tenue brillo”. Así que, si alguna consecuencia futura tendrá esa absurda mutación, ya no se podrá evitar, sobre todo si ocurriera algún “accidente”, como suelen suceder, y varios animales lograran escapar del laboratorio. He ahí, por ejemplo, el deleznable experimento que consistió en cruzar moscardones con abejas para crear una especie más “productiva” y que degeneró en lo que hoy conocemos como las “abejas asesinas”. Pero esas experiencias del pasado, no parecen afectar a los científicos, ni a su constante búsqueda de “saber científico”.
Enseguida, se mencionan los experimentos genéticos que se han desarrollado en animales y en seres humanos a través de los años:
1980 primer ratón genéticamente alterado, creado mediante la inserción de un gen nuevo en células de médula ósea e implantándolas en un animal vivo.
1986 primer borrego nacido transgénico; lleva un gen encargado de la coagulación en el ser humano.
1990 nacimiento de Genie, un cerdo transgénico, cuyo ADN incluye el gen de una proteína humana anticoagulante.
1990 primera terapia genética aprovada en un humano, una nina de cuatro años con un mal hereditario causante de un desorden en su sistema inmunológico.
1990 primer toro transgénico; Germán, el toro, acarrea un gen perteneciente a la lactoferina humana.
1991 primeras vacas lecheras transgénicas, las cuales también llevan el gen de la lactoferina humana.
1997 se da a conocer a Dolly, la borrega, el primer mamífero clonado de células de un adulto.
1999 se reporta la primera muerte de un paciente al que se le practicó terapia genética también para curar su sistema inmunológico, el joven estadounidense Jesee Gelsinger, de 18 años de edad. Falleció a los pocos días.
2000 primer primate clonado, bautizado como Tetra, creado al subdividir un embrión en dos.
2001 se da a conocer la existencia del primer mono genéticamente alterado, ANDi.
2001 nacimiento de doce ratones clonados en el Instituto de enfermedades infecciosas de Tokio, Japón.
Y, como nada es perfecto, aparte de la muerte en 1999 de Jesee Gelsinger, se reportó en el mes de febrero de 2002 la muerte de 10 de los ratones clonados, los cuales, aún antes de cumplir un año de vida, ya mostraban males de animales viejos, como hígados, pulmones y sistemas inmunes enfermos, lo que indicaría que las técnicas de clonación adolecen de algún problema que genera esas situaciones. Igualmente, en el caso de la borrega Dolly, a pesar de los cuidados tan extremos a los que la someten, ya ha envejecido y desarrolló artritis en la pata trasera izquierda, a pesar de que aún no cumple los cinco años. En general, se ha reportado por parte de los científicos clonadores, que los animales así obtenidos presentan problemas de abortos al procrear, defectos físicos en su descendencia, así como sobrepeso. Creo que es un buen consuelo pues problablemente esto frene un poco los tan temidos experimentos de clonación en humanos que, muy probablemente, algún obscuro, grupo de afanosos científicos, ya hayan realizado o estén por realizar.

Vimos arriba, como la globalización es, en buena parte, una de las causantes de problemas como la enfermedad de las vacas locas o la fiebre aftosa, pues se maneja a los animales como mercancías inertes, concentrándolos en reducidos espacios, en los cuales conviven con sus propios desechos, lo que permite la incubación de enfermedades como las mencionadas. Evidentemente, en los países que más apuestan a la globalización, los países desarrollados, esa tendencia de incrementar la producción de todo, hasta de los animales, en niveles sin precedentes, tiende a agravar problemas como el del manejo industrial de la cría de animales. Justo es el caso que analizaremos a continuación (TIME, agosto 6, 2001). Esto sucede en Estados Unidos , en el estado de Texas, lugar de nacimiento de George W. Bush. Ya mencionamos, también, que este señor, con su tendencia conservadora, pro-empresarial, ha empeorado los problemas ambientales a nivel mundial, sobre todo porque, entre otras cosas, se ha opuesto férreamente a los tratados de Kyoto para reducir la producción de gases que generan el efecto invernadero, prefiriendo no dañar los intereses de sus grandes amigos empresarios, como los barones de la electricidad o del petróleo. Pues, justamente su inclinación por los grandes negocios, ha hecho de Texas una tremenda cloaca, cuyos efectos ambientales aún están por verse. Cuando el señor Bush era gobernador de ese estado, antes de ser presidente, permitió el desarrollo de la ganadería en gran escala, especialmente de lo que aquí llamamos cuencas lecheras, esos sitios en donde, como dije, se concentran cientos de animales, vacas en este caso, para ordeñarlas y obtener, así, miles de litros diarios de leche. Sucede que tantas cuencas están representando ya un problema de salud pública. El rancho de Bush está cerca de una población llamada Erath County, en donde se localizan por lo menos 250 cuencas, que allá se denominan CAFOS (por sus siglas en inglés, confined-animal feeding operations, es decir, operaciones para la alimentación de animales confinados). En estos CAFOS se ordeñan hasta 2000 vacas en cada uno por día, y el total de vacas suma más de 110000 cabezas, las que producen ¡1.8 millones de toneladas de estiércol por año!, un volumen enorme de desperdicios que está resultando cada vez más difícil manejar. Claro, tantos CAFOS se deben, como señalé, a la globalización, pues como Estados Unidos siempre se ha distinguido por ser un temible productor de productos agrícolas , ahora con los tratados comerciales (por ejemplo, el Tratado de Libre Comercio con México y Canadá), exige a los países con los que sostiene dichos tratados – México, entre otros –, que le compren la mayor parte de su producción agropecuaria por las supuestas cuotas. Así, por ejemplo, productos como la leche y la carne han aumentado su producción allá para inundar a los países importadores con ellos, sin importar que se ponga en riesgo la producción interna (México es el caso típico de esto: cada vez importamos más carne y leche de Estados Unidos y eso provoca que nuestras industrias agropecuarias enfrenten una seria crisis, por la baja en el consumo nacional de sus productos. Lo mismo sucede con el caso de la azúcar, pues por causa del tratado comercial, se permitió la indiscriminada importación de fructuosa de maíz, mucho más barata que aquélla, y por eso es que los ingenios azucareros están quebrando y no tienen para pagarles a los cañeros quienes por eso están protestando, porque no se les ha pagado la zafra del año pasado, 2000. Igual pasa con el café, los frijoles, el maíz…). Claro, una producción tan alta de leche tiene sus efectos. Tanto estiércol está el río North Bosque, así como sus tributarios, los cuales llegan hasta el lago Waco, la fuente de agua potable de la ciudad de Waco. El agua potable de Erath County muestra crecientes niveles de nitratos, amonia y bacteria coliforme fecal. Un granjero decidió contratar una empresa privada para determinar el grado de contaminación del riachuelo que pasa por su propiedad, y el resultado fue pavoroso: las partes de fecalismo coliforme por cada 100 milímetros de agua van desde 50,000 hasta ¡millones e incluso miles de millones de unidades!, cuando se supone que el máximo debe ser 200 unidades. Es decir, que la gente, de plano, está bebiendo agua de caño, y eso es sorprendente para un país que se jacta de tener medidas sanitarias muy rigurosas. También hay una gran contaminación por fósforo y los días de “malos olores”, aquéllos en que la contaminación del agua se evidencia también por la odorífera, han aumentado muchísimo últimamente (me imagino que ha de oler como huele el “canal de los remedios” en los días de mucho calor, no es ya un mal olor, es un penetrante hedor). Así que la gente se da de santos cuando el agua sabe a agua. Texas es prácticamente una cloaca, pues es el estado que ocupa el lugar número uno en la producción de estiércol, con un volumen anual de ¡127 millones de toneladas, dos veces más la producción de California! Así, a cada texano le corresponden ¡18 kg de estiércol por día! (si de eso se alimentaran, pues creo que se eliminaría el problema). Evidentemente, tan altísima cantidad de fecalismo, no daña sólo al medio ambiente de Estados Unidos, sino que por las intrincadas conexiones del sistema ecológico mundial, esos desechos terminan esparciéndose por todas partes, empezando por los mares. Así, aunque, aparentemente sea un problema local, no lo es, y es obligación de ese país de tomar medidas medioambientales que reduzcan la producción de estiércol o que se les de un manejo más ecológico a esos desechos. Pero claro que el estado trata de justificarse. Hay un monumento de fibra de vidrio de una vaca en el centro de Erath County, y debajo de su ubre, un letrero presume de que ese condado vende leche con un valor de $220 millones de dólares por año. Pero tanta leche producida, de acuerdo con la ley de la oferta y la demanda, ha ocasionado que su precio esté bajando y, poco a poco, deje de ser negocio, así que toda esa contaminación, al final, de nada vale. Así como en ese condado el estiércol de vaca es un gran problema, en la región conocida como Panhandle, es el de puerco, el cual contamina lagos, depresiones en las altas planicies y ya está afectando el acuífero Ogallala. Y en el este de Texas, el problema son las granjas avícolas. Como se ve, la tendencia es a sobreproducir en todo, pero los problemas ambientales se agravarán también. De hecho, el Consejo para la Defensa de los recursos Naturales ya publicó un reporte en el que se señala que el estiércol de vaca está contaminando los abastecimientos de agua potable, pues está invadiendo acuíferos, ríos, lagos y corrientes. El condado de Erath County justamente se asienta en los puntos de recarga de los dos acuíferos más importantes de la región: Paluxy y Trinity, así que ni siquiera el agua de pozo es segura. Es tan grave el problema que la agencia gubernamental EPA (por sus siglas en inglés, Enviromental Proteccion Agency, encargada de la protección ecológica) rigidizó los trámites para el registro de nuevos CAFOS, aunque no los está prohibiendo, pues de lo que menos se trata, de acuerdo con la nueva política empresarial de Bush, es de oponerse a la libre empresa . Vemos, pues, como lo que menos importa, de nuevo, es la protección de la naturaleza, aunque ello implique, incluso, poner en riesgo la salud de la gente.

Ya señalé arriba la tendencia al desperdicio energético de los estadounidenses debido a los excesos en su forma de vida tan hiperconsumista. Por ejemplo, si existe producción y tráfico de drogas hacia Estados Unidos es, justamente, por la alta demanda de sustancias psicotrópicas. Así, existen muchos otros ejemplos, como el que menciono a continuación, que tiene que ver con una actividad que yo considero francamente deleznable, como se verá.
Se trata de los llamados “ranchos de cacería” (TIME, marzo 11, 2002), que nos recuerdan a las antiguas tierras feudales de los señores medievales dedicadas, exclusivamente, a la caza de la zorra, en donde se asignaban vastas áreas de los mejores terrenos para tenerlos totalmente ociosos, con tal que las absurdas actividades del duque o el conde dueño de aquéllas se pudieran satisfacer, aunque para ello se tuvieran que echar a los siervos y no producir nada. Estos “ranchos de cacería” desarrollados en Estados Unidos son grandes propiedades cercadas en las cuales habitan animales de diferentes especies y lugares del mundo, tanto de las especies más comunes, hasta los considerados “exóticos”. Ahí, se dan cita los temerarios y atrevidos cazadores, es decir, aquellas personas cuya “gran diversión” consiste en asesinar animales por puro gusto y, como prueba de su “gran valor, audacia y pericia” en su “noble deporte”, conservan orgullosamente en las paredes de sus casas las cabezas disecadas de los pobres animales que cayeron abatidos por sus armas, generalmente arcos o rifles. Pero, además, los dueños de los ranchos hacen la oferta de que “si no mata, no paga”, así que hacen todo lo “humanamente” posible para que los avezados cazadores que recurren a sus instalaciones “cacen o…cacen”. Ello es posible porque resulta que los pobres animales están confinados en corrales, como peces en peceras, y a algunos hasta se les acostumbra a la presencia humana pues encargados de los ranchos los alimentan a diario. Así, cuando llegan los cazadores, éstos no deben de esforzarse mucho para localizar a su pobre presa y, mucho menos, para matarla. En un video que un miembro de la Sociedad Humana obtuvo encubiertamente, se muestra la forma tan artera y vil en que a un chivo cimarrón se le dio “cacería”. Se puede observar que los tramposos cazadores, se aprovechan, primero, de la familiaridad de los chivos, para luego irlos arriando hacia las alambradas en donde quedan copados; uno de ellos sufre la desgracia de ser elegido por los hombres, quienes a cortísima distancia, digamos que a quemarropa, le apuntan con sus arcos. Se dan el lujo de hacer sufrir al pobre animal clavándole tres flechas, una en la espalda y dos en los costados. El colmo de la saña viene cuando uno de los “cazadores” – asesinos, diría yo – lo remata dándole un tiro en el abdomen. Justo ese video y otras “historias de horror” han convencido a muchas personas de la necesidad de cerrar esos lugares y terminar con prácticas tan retrógradas como esas. Otra filmación muestra a un leopardo al que se le extirparon las garras “por seguridad”, que es sacado de una jaula, perseguido por perros y asesinado cuando el pobre animal se escondió debajo de un vehículo. Otro, muestra a un tigre domesticado, tan manso, que se sienta debajo de un árbol a mirar a un hombre que “sigilosamente” se le acerca y que, cuando está a distancia de tiro, le dispara y lo mata. Valdría preguntarse: ¿cuál es el caso de sacrificar a unos pobres animales sólo para que gente con instintos homicidas los mate y cuelgue la cabeza de aquéllos triunfalmente en las paredes de sus casas”. Claro, una razón es psicológica: una enfermiza afirmación de la superioridad viril, del poder machista del hombre frente a los demás seres vivos: se les debe perseguir, confinar, asesinar, con tal de satisfacer esos aires de supremacía física y mental . Y otra fuerte razón, tal vez mucho más importante que la primera, es la lucrativa. Los rancheros les cobran a cada cazador hasta $20,000 dólares por cabeza, según se trate de un animal muy abundante o de uno escaso, por su rareza y su exotismo, así que entre más gente ávida de cazar una “buena presa” pase por sus propiedades, más ganarán. Nada más en los ranchos establecidos en Tejas que se dedican a eso, la derrama anual es de $1000 millones de dólares. Pero, según los tradicionales cazadores – me refiero a los que también cazan por diversión, pero no dentro de los ranchos, sino en las áreas verdaderamente “salvajes”– eso de ninguna manera debería de llamarse “cacería”, sino matanza de animales, pues son miles de ellos los que a diario son sacrificados a mansalva, en total desventaja. Y, claro, se justifican tanto los rancheros como los pseudo-cazadores con que la cacería es una práctica humana, y de hecho, lo es. Pero el hombre de antes lo hacía por necesidad, para alimentarse, como muchas personas en todo el mundo lo hacen actualmente, sobre todo en los países con un gran porcentaje de población rural, en donde, precisamente, la cacería es una actividad crucial para su sobrevivencia. Pero otra cosa es asesinar animales por simple y llana diversión, como dije, por satisfacer los desatados instintos animales que muchos estadounidenses, probablemente por la permisividad constitucional de poseer armas, poseen y no pueden contener. El principio rector debe ser “usen sus armas, señores, pero no maten personas, mejor maten animales, en los modernos y prácticos ranchos que ponemos a su disposición” . He aquí, pues, la cultura del exceso, de la destrucción irracional para fines exclusivamente de lucro y de satisfacción de instintos peor de animales que los de los animales sacrificados. Porque aparte de los miles de animales sacrificados inútilmente a diario, a muchos de ellos se les lleva al borde de la extinción o de la sobreexplotación. Por supuesto que todos los dedicados a tan funesta práctica la justifican alegando que de todos modos los animales asesinados morirían “irremediablemente” porque, según ellos, muchos se han reproducido tan excesivamente, que la sobrepoblación los “mataría” por las enfermedades ocasionadas por el hacinamiento. Se puede pensar que si eso es así, debe ser porque a los rancheros no les interesa para nada cuidar a esos animales y entre menos gastos les ocasionen por alimentarlos o curarlos o almacenarlos, mejor para ellos, así serán mayores sus “utilidades”. Otra “justificación” es que se trata de “sobrantes” de zoológicos que no pueden mantener a tanto animal encerrado, sobre todo cuando algunas especies resultan tan prolíficas y que, por tratarse de animales que nacieron en cautiverio, sería inútil dejarlos libres en sus hábitats originales, pues “se morirían”. Esto tampoco me parece una razón de peso, porque habría que estudiar cuántos animales nacidos en zoológicos efectivamente mueren al ser dejados en libertad. Muchas maneras de auxiliar a una especie en extinción han sido criar animales en cautiverio y, luego, dejarlos libres, sobre todo antes de que alcancen la edad adulta. En realidad, nada justifica la matanza de animales y, sencillamente, se trata de un muy buen negocio que, como se mencionó, deja varios cientos de miles de dólares anuales. Pero, además, hay que ver que eso debe dar lugar al ilegal tráfico de especies animales de otros lugares, tales como Africa o América Latina, en donde las reservas zoológicas naturales más diversas y ricas del mundo están. En los ranchos se ofrecen también “especies exóticas”. Dudo que éstas provengan de los zoológicos y más bien deben ser adquiridas mediante contrabando . Así, si ya muchas especies están por extinguirse, esas absurdas prácticas estadounidenses, simplemente, contribuirán a su pronta desaparición, en mucho menos tiempo del que pensamos.
Así pues, ¿en dónde queda ese espíritu protector de la naturaleza del que tanto alardea ese país? No existe, por supuesto. En cambio, sí se deben proteger los intereses del lucro, de la ganancia, a costa de destruir aceleradamente a la naturaleza. Es decir, los negocios están primero y la naturaleza…bueno, la naturaleza… al último, en lo más recóndito de la mentalidad empresarial.
Es esta otra actividad, como algunas de las mencionadas, abiertamente antiecológica.

Como hemos visto hasta aquí, el hombre es el único dueño de su destino, y en sus manos está el corregir los errores que han contribuido a la destrucción del medio ambiente, su casa. Sólo esperemos que no sea muy tarde para apelar al buen juicio de la humanidad y que ésta deje de jugar con esas cosas si no quiere, un día, crear su propia aniquilación.